Los ‘seises’, en el Corpus

18 de junio 2025 - 03:06

Juan Alfonso García, sobre quien, en estos días, se muestra una muy interesante y nutrida exposición en la Casa de los Tiros, fue, en torno a los centrales años cuarenta del pasado siglo, uno de los niños que componían la infantil escolanía de seises de la catedral de Granada, así me lo hizo notar en una de las fotografías allí expuestas, mi muy querido y admirado amigo el sabio antropólogo Juan Bedmar. Luego de esa etapa infantil, fueron sus estudios de filosofía y teología y la música, a través de los teclados del piano y del órgano, como discípulo del gran compositor y organista de nuestra Santa Iglesia Catedral Metropolitana, Valentín Ruiz Aznar, alumno a su vez de Manuel de Falla. Juan Alfonso, como es bien sabido, vistió el hábito canonjial como organista de nuestra iglesia mayor y alcanzó muy merecido prestigio de muy apreciado músico compositor y concertista, además de estupenda persona, a la que tuve el honor y la satisfacción de conocer y tratar, durante años, de la mano de Antonio Enrique, Fernando de Villena e Iván Piñerúa, inmortalizador, este último, de la figura de Juan Alfonso en un magnífico y original lienzo que, también, se muestra en la citada exposición.

Sin embargo, la historia de los seises de Granada, tanto los de la catedral, como los de la Capilla Real, que también los tuvo, nos cuenta cómo llegaron a desaparecer completamente, durante décadas, aunque se siguieron añorando sus danzas ingenuas e infantiles, ante el paso solemnísimo de la custodia, en la festividad del Corpus Christi, cada año. Memoria de estos niños danzarines, que bailaban ante el Santísimo Sacramento, vestidos con delicados trajes cortesanos y tocados de sombreros principescos de sedas y rasos blancos y azules inmaculistas o de habitillos eclesiásticos, negros o rojos cardenal y sus correspondientes bonetes, fueron después vueltos a recuperar, entre tropa infantil reclutada en el alumnado de los escolapios por el propio Juan Bedmar, en los años noventa y que, por decidida oposición del arzobispo Cañizares, luego cardenal vaticano, volvieron a desaparecer como aguas del Guadiana.

Este año, precisamente y en la procesión de la Santa Custodia, volveremos a verlos, recuperada la gracia de sus bailes cruzados y la música de sus voces chiquitas, para mayor gloria del Corpus Christi en Granada ¿O no?

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