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No te signifiques

Los que pretenden desmontar el régimen del 78 actúan como un conductor que se mete en una autopista a contramano

Una tía abuela mía, que había vivido los horrores de la guerra civil, no paraba de repetirme cuando yo era joven: “No te signifiques, Eduardito, no te signifiques”. A mí me hacía mucha gracia aquella frase. ¿Qué demonios era significarse? Un día se lo pregunté, pero mi tía puso cara de susto, cerró los ojos y se quedó en silencio, un silencio tan impenetrable como el hormigón. Yo no lo supe ver entonces, pero ahora sí lo entiendo perfectamente: si mi tía me explicaba qué demonios era “significarse”, tendría que revivir el espanto de la guerra civil. Mi tía pertenecía al bando de los vencedores, pero estaba claro que no quería revivir nada de aquello. Su única preocupación era trasmitirme el consejo: “No te signifiques”. Es decir, no hagas ni digas nada que pueda comprometerte, porque algún día las cosas se pueden poner feas. Muy feas.

Los jóvenes actuales no han conocido a casi nadie que haya vivido la guerra civil (los últimos testigos tienen casi noventa años). Quizá por eso se comportan a veces con una irresponsabilidad que da miedo. La Transición de 1978 fue posible porque los dos bandos –derecha e izquierda– tenían una memoria muy viva de los horrores de la guerra civil, de los que los dos se sentían responsables. Y si ahora hay políticos, con Sánchez y Yolanda Díaz al frente, que pretenden desmontar el régimen del 78, es porque actúan con la irresponsabilidad suicida de un conductor que se mete en una autopista a contramano. No hay sociedad que sea tan sólida y tan segura como parece a primera vista.

¿A qué viene este rollo? Pues a que el otro día un conocido me hizo llegar un mensaje sibilino: “Jordá, ten cuidado, ¿no te das cuenta de que las cosas que escribes podrían comprometerte?”. El mensaje, falsamente amistoso, era una advertencia tan evidente como aquella cabeza de caballo de los mafiosos de El padrino. Pero tiene su lógica. El mundo de la cultura está en manos de la izquierda woke. Y si alguien se dedica a escribir y no sigue esa línea, corre el riesgo de “significarse”, y en consecuencia, de recibir una severa condena de destierro. ¿Por qué creen que tantos intelectuales se pliegan a los dictados de la ideología woke aunque no comulguen con ella? Por la sencilla razón de que no quieren poner en peligro su carrera. Pero algunos cabezotas seguiremos significándonos, pase lo que pase.

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