Turismo, ¿religioso?

01 de junio 2025 - 03:11

En algún Cajón les he confesado que todo eso de la religión, los dioses, la vida en el más allá, etc., es una respuesta evolutiva de la psicología humana por ser el único ser vivo que tiene conciencia de su muerte; al menos hasta que los animalistas demuestren lo contrario. Nos tranquiliza cognitivamente creer en esas cosas, aunque los agnósticos y/o ateos discrepen de tal posibilidad. Espero me perdonen mis profesores de religión de los Maristas donde estudié si les he salido un poco rana, cosas de la vida. Empero lo que un agnóstico les quiere confesar, otra vez el matiz religioso, es que la campaña que nuestro amado prócer Moreno Bonilla ha iniciado para impulsar eso del “turismo religioso”, a veces camuflado de turismo cultural, es algo paradójica. Me explico.

En esta Andalucía estamos sacando santos e imágenes un día sí y otro también, no solo en la Semana Santa; parece que solo nos falta sacar al Niño Jesús en su cuna por las navidades. No se molesten los creyentes, pero eso de llamar turismo religioso a lo que a diario se ve me parece una falta de respeto a la religión.

Lo que yo veo son bares atestados de gente bebiendo y gritando que ni cuando desfilan las imágenes dejan el jolgorio, salvo en aquello del “silencio” pues queda feo. Todo sea por la economía, y que se llenen hoteles y alquileres turísticos que esa, y no otra, es nuestra principal industria, pues claro Bonilla. Y lo que viví, por ejemplo, en las últimas cruces de Granada es que las colas para sacar los tickets y llevarse las bebidas eran quilométricas pero en torno al monumento de la cruz había cuatro gatos. Llamémosla fiesta de la primavera y del calimocho, pero dar el nombre de “Cruz”, símbolo de la religión más arraigada en nuestra tierra, es, cuanto menos incongruente.

No digo yo que religión sea cumplir todos los mandamientos, en algo pecamos todos o no. Vean ustedes que el “puto amo” y todos sus ministros nos han enseñado que del séptimo al décimo mandamiento estamos libres. Ya no se miente, se cambia de opinión; ni se roba ni se codicia nada ajeno, solo se quedan con lo que les pertenece por estar en el gobierno; ni se piensan cosas feas pues llamar pájara a una compañera es, en realidad, un acto de amor fraterno. Del sexto mandato para arriba prefiero no opinar para no condenarme definitivamente. Disculpen el sermón. Vale.

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