EN TRÁNSITO

Eduardo Jordá

Tú o usted

16 de septiembre 2009 - 01:00

LOS ingleses y americanos se tratan de usted, con el pronombre you, mientras que reservan el tuteo para Dios, al que se dirigen con el bíblico thou. Eso es más o menos lo que pasa en los países hispanoamericanos, donde la gente suele hablarse de usted, o con el anticuado vos que se usa en los países del Cono Sur. "¿Me haría el favor de dejarme el periódico, joven?", le oí decir a un limpiabotas mexicano. "Pero si yo te quiero a vos, pelotudo", le decía una chica a un chico en la cola de un cine de Buenos Aires.

En España, en cambio, se ha impuesto el tuteo, pero en una variedad autóctona que siempre va acompañada de un tono gritón y lleno de aspavientos. Camareros, cajeras de supermercado, tertulianos televisivos, periodistas deportivos: todos parecen haber olvidado la cortesía y la deferencia que encerraba el antiguo usted. Recuerdo con agrado las largas conversaciones que en su piso de Tánger mantenía Paul Bowles con el escritor guatemalteco Rodrigo Rey Rosa, que era casi cincuenta años más joven que él. "¿Y usted que cree, Paul?", preguntaba Rey Rosa sobre un tema cualquiera (la guerra del Golfo, o los conciertos para clarinete de Mozart, o la mejor forma de alimentar a un halcón en cautividad). Y Bowles se llevaba las manos a la cabeza, silbaba unos compases de una melodía secreta, y luego respondía con mucha parsimonia: "Bueno, yo…". Paul Bowles vivía rodeado de jóvenes, pero todo el mundo le trataba de usted. Era una forma de expresarle nuestro respeto. Él había vivido cien veces más que cualquiera de nosotros, así que era justo tratarlo como una persona que merecía una consideración especial.

El tratamiento de usted no es una muestra de obediencia o de sumisión, sino un reconocimiento de la autoridad moral de otra persona. Yo nunca trataría de tú, por ejemplo, a un inmigrante que ha cruzado el mar en un cayuco, porque sé que él se ha atrevido a hacer algo que yo no sería capaz de hacer. Y por la misma razón, nunca me atrevería a tutear a Leonard Cohen, ni a Bob Dylan -ni a John Lennon, si estuviera vivo-, por mucho que me animaran a hacerlo. Y es que no estamos a la misma altura: todos viven cien pisos por encima de mí.

Pero ahora vivimos en una sociedad que no quiere reconocer la altura intelectual o moral de nadie. "Cállate ya", suelen decirles los alumnos de ESO a los profesores que les ruegan que no arrojen a un compañero por la ventana. Y el tuteo va extendiéndose a todos los órdenes de la vida. Hemos olvidado que fue un invento de los totalitarismos, ya que fascistas y comunistas compartían el mismo saludo: "¿Cómo estás, camarada?". Y así hemos llegado al tú universal, en esta sociedad en la que todo el mundo quiere parecerse a Belén Esteban. Y lo que es peor, consigue hacerlo muy bien.

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