Los viejos queremos ser princesas

15 de septiembre 2025 - 03:10

Para poder hacer la mili en los tres ejércitos y lucir, retrecheros, uniformes, como princesas. También nos gustaría haber heredado de nuestros mayores, no sus deudas ni los efectos de sus fechorías, solo las cosas buenas: un trono, una buena colocación, sin hacer oposiciones ni mandar currículos. Y convertirnos, una vez heredado el ilusionante trabajo de nuestro padre, en seres intocables e irresponsables. ¿Y nacionalista catalán, vasco, gallego o español? ¿A quién no le va a gustar ser nacionalista? Sentir que por pertenecer a uno de esos ‘colectivos’, por la cara, sin currártelo, ya eres dueño de derechos que se remontan incluso a antes de que Dios moviera su mágico dedo. Los españolistas tienen como dogma de fe el que antes de crear el mundo, en general, el Altísimo, ya había moldeado España, y que, roto el molde, hizo el resto del mundo con descuido, y le salió una chapuza revuelta y peleona, esperpéntica. No hay viejo al que no le gustaría ser diputado para, embutido en la armadura rocosa del aforamiento, repartir entre sus hijos y nietos prebendas, chollos y encargos de la Administración con los que hacerse rico en una pandemia o en una catástrofe. ¿Habrá algo más bonito que contemplar cómo una naturaleza cabreada, al verse atufada, quemada e intoxicada, destroza una comunidad o un país, mientras que nosotros sesteamos en un nidito reservado o en una playa, de espaldas al desastre y a las muertes que provoca? Mentir, extorsionar, despistar, escurrir el bulto, vestir de Prada, comprarse mochilas de Salvador Bachiller, bolsos de Bimba y Lola, zapatos de Louis Vuitton y corbatas de seda. ¿A quién no le va a gustar un loquero democrático? Enrocarte en el poder cuando resulta imposible gobernar, sin importarte que tus concesiones beneficien a los que aprovechan tu debilidad para tirar y tirar hasta despellejar el ya escuálido cuerpo del Estado. Y prometer y prometer, a sabiendas de que se promete algo irrealizable. Ser antiabortista y abortar, ser antidivorcista y divorciarse, ser provida y callar, si es Netanyahu el infanticida. Ser homófobo y celebrar bodas gais. Llevar la pulserica roja y gualda en la muñeca y humillarse ante el Calígula yanqui. Cerrar el grifo de las armas a Israel y dejar abierta la espita de las bases de Morón y Rota. Pero, ¡por Belcebú!, ¿a quién no le van a gustar esas cosas?

stats