Los habitantes de Granada han votado cambio con su apoyo masivo a la lista del PP, que obtiene una amplia e histórica mayoría absoluta. Ni siquiera dependerá de Vox, que se queda como única fuerza minoritaria en el Ayuntamiento de la capital. El bloque de izquierdas sufre un serio revés con la pérdida de la Alcaldía por parte del socialista Paco Cuenca y la nula representación obtenida por las dos agrupaciones que encabezan IU y Podemos. La división les ha pasado una dura factura. La fragmentación política en las instituciones, que vino a sustituir al tradicional bipartidismo hace ya casi una década, estaba llamada a ser un revulsivo que diera cabida a nuevas sensibilidades ciudadanas en la toma de decisiones. En Granada, como en otros muchos lugares, se ha visto la cara más negativa de esa división, que es la inestabilidad y hasta el esperpento, como el que vivimos hace dos años, en mitad de este último mandato, con la ruptura del gobierno bipartito de PP y Ciudadanos en la ciudad. De aquel desastre ha salido castigado el partido naranja, que no consigue representación. El PSOE recogió los frutos de aquel desacuerdo para gobernar en minoría, pero no ha conseguido convencer con su gestión, a la vista de los resultados obtenidos este 28 de mayo. Los populares han llegado a estas elecciones con una lista completamente renovada para distanciarse de la gestión anterior y el resultado ha sido muy positivo para ellos. La candidata Marifrán Carazo tiene la oportunidad de demostrar ahora que la amplia mayoría que los ciudadanos le han concedido servirá para que la ciudad avance al fin hacia cambios sustanciales y proyectos de calado. Granada lleva dos mandatos sin dar pasos significativos hacia el progreso porque los gobiernos necesitan tiempo, sosiego y capacidad de maniobra para trabajar en firme y dar solución a los grandes problemas enquistados.