Tribuna

Francisco J. Ferraro

Miembro del Consejo Editorial del Grupo Joly

Previsiones económicas para 2023

No se avecina una nueva crisis económica como los peores augurios pronosticaban, si bien podemos sufrir en los próximos meses una ligera contracción

Previsiones económicas para 2023 Previsiones económicas para 2023

Previsiones económicas para 2023 / rosell

A los economistas nos acusan de que nuestras previsiones son poco de fiar, pero igual se puede decir de las previsiones de cualquier otro analista de las ciencias sociales que, a diferencia de los científicos experimentales, realizamos previsiones sobre hechos que dependen de múltiples variables que interactúan, cuyos procesos no se pueden repetir en un laboratorio y en los que el observador forma parte de la realidad observada, por lo que sus intereses o prejuicios pueden condicionar su predicción. A pesar de ello, especialmente en estas fechas, a los economistas nos suelen preguntar sobre nuestras previsiones, por lo que les ofrezco un panorama resumido de las tendencias que observo por si le puede interesar.

Como no espero que se desencadene una guerra nuclear, ni que nos asolen huracanes u otras catástrofes naturales en cadena, ni nuevas pandemias, ni que nuestros políticos sigan siendo tan irresponsables como en los últimos tiempos, ni aparezcan otros cisnes negros, creo que podemos pronosticar que no se avecina una nueva crisis económica como los peores augurios pronosticaban, si bien podemos sufrir en los próximos meses una ligera contracción.

La inflación, que es el principal problema económico, se irá moderando, pero no a corto plazo porque los mercados no tienen capacidad de ajuste inmediato, en parte porque algunos bienes que están en el origen de la inflación (hidrocarburos) no se pueden sustituir a corto plazo, en parte por la existencia de oligopolios, pero también porque los demandantes de los países ricos no se toman las molestias suficientes de sustituir o reducir la demanda de los oferentes más inflacionistas. Por ello, hay que recurrir a la política económica: los bancos centrales han empezado a aplicar una política monetaria restrictiva tardíamente y, además, sus efectos se retrasan meses en producirse, mientras que las políticas fiscales adoptadas por los gobiernos (condicionadas electoralmente) están más orientadas a mantener la demanda que a luchar contra la inflación.

A pesar de estas limitaciones el comportamiento de los precios internacionales (energía, materias primas, componentes electrónicos, fletes) han disminuido en los últimos meses, aunque todavía en algunos países europeos superan el 10%. No obstante, los efectos de segunda ronda de los salarios en respuesta a el encarecimiento del coste de la vida y de los elevados márgenes empresariales pueden provocar algún rebrote inflacionista. Por ello, los bancos centrales continuarán aumentando los tipos de interés.

Los efectos combinados del mantenimiento de la inflación y la elevación de los tipos de interés implicarán restricciones al consumo y a la inversión, por lo que la mayor parte de los analistas económicos prevén una recesión en los países desarrollados, si bien, a diferencia de las anteriores crisis financiera y sanitaria, no debería ser ni duradera ni muy profunda, lo que permitiría entre los países europeos un balance ligeramente positivo en 2023 en Francia (0,4% de crecimiento del PIB) e Italia (0,3%) y negativo en Alemania (-0,6%), más frágil por su cercanía a Ucrania y su dependencia energética. Pero estas previsiones se podrían deteriorar si se producen nuevas tensiones en los precios del gas y del petróleo como puede derivarse de decisiones rusas o del creciente entendimiento de China con Arabia Saudí. Además, los riesgos políticos populistas pueden alargar la recesión y reducir la inversión. Y más aún si la guerra de Ucrania se intensifica, si China interviene en Taiwán o cualquier otro fenómeno político inesperado.

La economía española tendría una dinámica semejante a la economía europea, con una posible contracción en los primeros meses del año y una recuperación a partir de la primavera, pero, a diferencia de las dos crisis anteriores, de producirse la contracción, sería de menor intensidad que en las economías europeas gracias a diversos factores, entre el que debe destacarse el papel positivo del turismo (si la recesión no se acentúa en los países emisores), el buen comportamiento de las exportaciones, el alto nivel de empleo (aun manteniendo la tasa de paro más alta de la UE), el aumento del gasto social y de los fondos europeos, y la inflación más contenida gracias a la menor dependencia del gas y el petróleo ruso. Por todas estas consideraciones se espera un balance positivo de la economía española en 2023 con un crecimiento del PIB cercano al 1,5%, lo que permitiría mantener el nivel de empleo. Paciencia y que lo disfruten.

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