Guadix y Logroño, las únicas localidades que todavía tienen hermanos fossores
La escasez de vocaciones ha mermado los miembros de esta orden dedicada a enterrar a los muertos y rezar por los vivos
La falta de vocaciones explica que Guadix y Logroño sean las dos únicas localidades españolas cuyos cementerios acojan a Hermanos Fossores de la Misericordia, encargados de atender estos espacios, según indica el superior de esta orden en la capital riojana, Alberto Agustín. Los Hermanos Fossores de la Misericordia, fundada en 1953, sobrevive con cuatro hermanos en Logroño y otros tantos en Guadix, que dedican su vida a enterrar a los muertos y rezar por los vivos, una tarea que compaginan con quehaceres de custodia del cementerio, administración, jardinería, cercanía y miradas de aliento en las despedidas, explica Agustín.
Agustín, quien pertenece a esta orden religiosa desde hace 48 años, explica que "estamos aquí hasta que Dios quiera, por falta de vocaciones, y hay los que Dios quiere". Con estas palabras, Agustín razona cómo la vida de los hermanos de esta institución religiosa "está entregada a Dios y somos para él, además de colaborar con la congregación y a su mantenimiento".
A pesar de la edad de los hermanos -la mayoría supera los 65 años-, Agustín asegura que se sienten "chavales", con "ánimo, paciencia, mucha paciencia y espíritu a cumplir la función que cumplimos y hacerla con amor y desde la vocación".
Recuerda que Fray José María de Jesús Crucificado, nombre que adoptó tras fundar la orden, fue quien en 1953 creyó que era necesario contar en el seno de la Iglesia con personas dedicadas a ayudar "a ser testigos de la resurrección y ayudar a las familias en un momento muy duro", según Agustín, quien, como sus otros dos compañeros de Logroño, no es sacerdote.
Su labor se centra en ejercitar específicamente la obra de la misericordia de enterrar a los muertos, rezando por los difuntos y por los vivos y se llaman fossores como herencia de los que llevaban ese nombre en la primitiva iglesia de las catacumbas.
Destaca también que mantienen contacto, fundamentalmente por teléfono, con los hermanos de la congregación que residen en el cementerio de Guadix, donde nació el instituto religioso de los fossores. Poco a poco, creció y llegó a estar en los cementerios de Jerez de la Frontera (Cádiz), donde comenzó en 1959; Huelva (1962), Vitoria (1963), Pamplona (1965), Logroño (1966) y Felanitx (Islas Baleares) (1969), relata Agustín.
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