Tradición y fiesta vuelven a unirse en un Cascamorras reivindicativo

Rafael Vallecillos, de 35 años, cumplirá hoy su gran sueño de ser Cascamorras, de encarnar la figura de Juan Pedernal y, metido ya en su papel, trasladarse a Baza para intentar recuperar la imagen de la Virgen de la Piedad. Un objetivo en el que, obviamente, fracasará una vez más, porque es lo que sucede todos los años. Pero, eso sí, el próximo miércoles, a su vuelta a Guadix, recibirá el cariño de todos los accitanos.

La comitiva partió ayer por la noche hacia la localidad bastetana, amenizada por una charanga. Esta tarde, a las seis, se repetirá la tradicional carrera de Cascamorras, en la que, según las previsiones, se reunirán unas ocho mil personas.

La liturgia se repite año tras año de manera casi idéntica. El Cascamorras llega a Baza y los bastetanos, advertidos de que han venido a llevarse la imagen, lo impiden y de paso dejan bastante sucio al intruso. Pero como el medio ambiente debe preservarse, al menos la pintura que le lanzarán será ecológica.

Dos mil litros de pintura repartirá el Ayuntamiento, en cumplimiento de su campaña Por un Cascamorras sin contaminación, que se complementa con otras medidas igualmente sanas: tras la carrera, una cuadrilla de limpieza regará y limpiará las calles. Y justo después de los limpiadores llegarán los pintores, que irán repasando los lugares que hayan podido ser manchados. Muchas fachadas, como protección extra, estarán hoy cubiertas por bolsas y plásticos para que la pintura no las estropee.

La fiesta, declarada de Interés Turístico Nacional, tiene este año cierto carácter reivindicativo. Los ayuntamientos de Baza y Guadix han repartido más de 500 camisetas con el lema El Cascamorras es de todos, que incluye los escudos de las dos localidades y la tradicional imagen de dos manos manchadas, representativa del festejo.

Hay un por qué. Los Consistorios quieren recordar así cuál es su posición respecto al hecho de que el presidente de la Asociación Cascamorras de Baza, Santiago Valero, registrara esa marca. Los ayuntamientos le exigen que la ceda de forma gratuita y sin condiciones. Temen que la fiesta, cuyo origen se remonta nada menos que a la Edad Media, termine siendo privatizada, de ahí el lema escogido para las camisetas.

Después de recibir un auténtico baño de pintura -tradicionalmente se utilizaba aceite quemado- el Cascamorras regresa a su pueblo, donde los accitanos le reciben con desagrado por no haber podido recuperar la imagen de la Virgen. Pese a todo, encarnar la figura de Juan Pedernal es para los de Guadix un orgullo. Así que Rafael Vallecillos está feliz.