Crimen de Arenas del Rey: "La hija le quitó la escopeta de las manos y le decía ¿qué has hecho?"
El alcalde Pedro Ramos y los vecinos relatan la angustia y el dolor del pueblo por el suceso de las Casillas Bajas
Un hombre mata a su cuñado y después se suicida en Arenas del Rey
El infierno se puede desatar en apenas siete metros. Esa es la distancia que separa las casas de los dos cuñados que el lunes llevaron la tragedia a Arenas del Rey. Corrían las once de la noche, ya bien pasadas, y con un calor demasiado intenso, cuando el supuesto autor de los disparos abrió la puerta de su vivienda portando una escopeta. En frente, su familiar político charlaba tranquilamente con otro vecino. "Salió de la casa y le dijo "apártate que contigo no va nada de esto"". Y disparó "con una escopeta de caza". No se escuchó ningún tipo de discusión.
Así cuenta Pedro Ramos, alcalde de Arenas del Rey, lo que sabía del crimen que ha sumido a su pueblo en la incredulidad. Nadie es capaz siquiera de adivinar qué ha pasado entre los cuñados para llegar a este punto. "Nunca les habíamos escuchado un problema entre ellos", cuenta una vecina mientras salía de comprar en el supermercado. Otro vecino, en plena plaza del Ayuntamiento que decía ser amigo de ambos, menciona la palabra "tabú": "Sólo ellos sabrán qué ha pasado". Ya ninguno podrá contarlo.
Arenas del Rey es una población muy pequeña. Un pueblo construido en el recuerdo de otra tragedia, esta natural, el grave terremoto que lo destruyó en 1884. Calles rectilíneas, trazadas a escuadra y cartabón, que mira de reojo el azul del embalse de Los Bermejales, que no termina de recuperar agua. La barriada de Obispo Hurtado es así. Los areneros lo llaman las "casas nuevas" o "casillas nuevas". Están a la entrada del pueblo justamente y son pequeños adosados en los que entra un coche aparcado y gracias. El ambiente es tranquilo. No debe distar mucho el silencio de este trágico martes que el de otros días.
"Escuché algunos gritos después de como unos petardos", relata de forma muy sucinta otra vecina, casi molesta con la situación vivida. Es justo al principio de la calle y era como si no quisiera estar allí. En ella, puerta con puerta, otro vecino cuenta cómo la víctima murió en la puerta de la casa de su padre. Era su progenitor quien estaba con él y el que se casi ni se pudo apartar. Apenas puede contarlo, y eso que no lo vivió directamente. La víctima habría recibido un tiro en el pecho e intentó huir pero apenas caminó tres metros para morir delante de la puerta del vecino. Cuando llegaron las Urgencias sanitarias no pudieron hacer nada por él, pero sí por su esposa, y hermana del presunto asesino, herida en una pierna y a la que trasladaron al Hospital de Neurotraumatología de Granada. En el lugar del crimen, dos grandes manchas blancas de detergente no pueden esconder la marca que dejó el reguero de sangre.
Según relata el alcalde, Pedro Ramos, en el momento del crimen una de las hijas del supuesto asesino, que es militar de profesión, llegó a quitarle a su padre el arma homicida de sus manos. "Le decía "¿pero qué has hecho?"", cuenta el regidor, que detalla que después el presunto autor de los hechos se fue hacia un cortijo suyo "ahí más abajo, a un kilómetro, y ahí se habría quitado la vida con otro arma que tenía, parece que un rifle". Estos detalles están siendo investigados por la Policía Judicial de la Guardia Civil. Ese cortijo está situado a escasos metros de las ruinas del antiguo núcleo de Arenas del Rey, destruido en el trágico seísmo de finales del siglo XIX.
Arenas del Rey declaró oficialmente tres días de luto y el Ayuntamiento ha suspendido el Pleno extraordinario que iba a celebrar este miércoles. Una de las hijas de las víctima es concejal en la oposición, según comentó Ramos. La tragedia, cuando un pueblo apenas supera el medio millar de habitantes, salpica por cercanía a quien más y quien menos. Ni siquiera desde el Consistorio son conocedores de ningún tipo de rencilla familiar. "Si es que vivían una delante de la otra", dice Ramos. Según cuentan los vecinos, ambos se dedicaban al campo. La víctima contaba con un cortijo donde tenía algún invernadero, y donde también poseía cultivos de secano como olivos y almendros. El presunto agresor tenía otra pequeña propiedad con cultivos y algunas cabezas de ganado caprino, aunque se habría dedicado también al turismo trabajando en hoteles.
El pueblo se sume, de nuevo, en silencio, apenas alterado por el agua que cae del grifo a un abrevadero y por el rumor de un viento que va a más conforme entra la tarde. En las calles aún ondean guirnaldas de papel y banderolas de países. Un soporte metálico apunta un escenario ya desmontado y de la iglesia parroquial de San Sebastián cuelgan aún los estandartes de la procesión de las fiestas de la semana pasada. El verano ya se ha acabado en Arenas del Rey.
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