La papaya, un remedio natural contra la acidez

EL especial microclima de la Costa Tropical, único en el continente, ha permitido que no sólo en sus vegas sino prácticamente en cualquier rincón sea posible cultivar todo tipo de frutos tropicales, como chirimoyas, aguacates, mangos o papayas. Estas delicias luego son expuestas con maestría en los mercados o en las múltiples fruterías de la comarca, para deleite de habitantes y turistas.

A estos últimos no dejan de sorprenderles por su exotismo más propio de otras latitudes los pintorescos y atractivos lugares del litoral granadino. Éste es el caso de un árbol de unos 6 metros de altura, que se encuentra frente al Palacete de La Najarra, que actualmente acoge a la Oficina de Turismo de Almuñécar. Los visitantes que a estas instalaciones acuden, se topan con una de las mejores postales vivas que caracterizan a esta privilegiada comarca. Al salir del palacete neoárabe del siglo XIX, si se fijan, pueden admirar un papayo en el jardín de una casa particular.

Para aquellos que no lo hayan visto en su vida, este árbol recuerda al aspecto de una palmera pequeña, su tronco es fino y largo y sus ramas brotan de forma palmaticompuesta en la parte superior. Sus frutos, que es lo que más llaman la atención, se apelotonan en la zona alta del tronco. Son las papayas.

Unos jubilados que pasan por allí lo miraban extrañados hace unos días. Entre ellos hablan en alemán, sin saber exactamente lo que es preguntan ahora en español de qué fruta se trata. Cuando conocen que son papayas les causa cierto desconcierto y reconocen que desconocían hasta el momento que en este lugar se pudieran encontrar con estas frutas, que sólo habían visto en Canarias. Mientras el hombre fotografía su peculiar 'descubrimiento', la mujer comenta que "parecen melones".

La señora no va mal encaminada, pues la forma, el color, incluso la textura recuerdan tanto al de esta planta que en otros idiomas como el inglés se le denomina tree melon (melón de árbol). También en Latinoamérica es conocido como melón zapote, melón de trópico o lechosa.

Su principal componente después del agua son los hidratos de carbono, la mayoría simples, aunque en pequeñas cantidades, por lo que su valor calórico es bajo. Destaca su aporte de potasio y en lo que a vitaminas se refiere, es una fuente muy importante de vitamina C, así como de provitamina A. Contiene pequeñas cantidades de una enzima, la papaína, que ayuda a digerir las proteínas.

La vitamina C interviene en la formación de colágeno, huesos y dientes, glóbulos rojos y favorece la absorción del hierro de los alimentos y la resistencia a las infecciones. El beta-caroteno se transforma en vitamina A en el organismo conforme éste lo necesita. Esta última es esencial para la visión, el buen estado de la piel, el cabello, las mucosas, los huesos y para el buen funcionamiento del sistema inmunológico. Ambas vitaminas cumplen además una función antioxidante. El potasio es un mineral necesario para la transmisión y generación del impulso nervioso y para la actividad muscular normal, interviene en el equilibrio de agua dentro y fuera de la célula. La papaya es una buena fuente de fibra, que mejora el tránsito intestinal.

Interesante en esta fruta el papel que desempeña la papaína. Es un enzima proteolítica (que deshace las proteínas), similar a la pepsina, que está en el jugo gástrico del cuerpo humano, lo que le confiere sus beneficiosas propiedades digestivas. En afecciones digestivas tales como gastritis, hernia de hiato, pirosis o acidez, resulta muy adecuada, ya que contribuye a neutralizar el exceso de acidez del estómago. La acción suavizante y antiséptica sobre las mucosas digestivas, la hacen muy útil en caso de gastroenteritis y colitis de cualquier tipo. También en la resaca.

Además de sus múltiples propiedades para la salud, la papaya contiene una alta cantidad de retinina, que ayuda a la piel en el proceso de pigmentación para facilitar el bronceado y a detectar agentes radicales que han sido relacionados con la formación de cáncer.