El precio de la quisquilla de Motril baja hasta mínimos históricos

Barcos de fuera de la provincia vienen a pescar uno de los productos más característico de la Costa granadina, que este año se vende a 42 euros. Los pescadores echan de menos la anterior normativa europea de pesca.

Rosa Fernández, Motril

27 de diciembre 2012 - 08:54

Un manjar característico de la zona como es la quisquilla de Motril, que ha sido hasta ahora típico colocar en los manteles en estas fechas navideñas, se ha convertido en un 'lujo' que muchos no se han podido permitir este año, debido a la crisis. Esto ha hecho que los precios hayan descendido hasta los 42 euros el kilo, "las de primera", según puntualiza Ignacio López, patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de la ciudad costera, una cifra que él cree que es el más bajo de los últimos años. Atrás quedaron aquellos gloriosos tiempos en los que se cotizaba por encima de los cien euros, llegando incluso a los 180 en 2006.

Pero la pésima situación económica no sólo ha afectado a la quisquilla de Motril, sino en general a todo el marisco. López comenta que "está habiendo muy poco consumo". Este año los precios de la gamba de mayor calidad ha estado en torno a los 40 euros y los de la cigala sobre los 55, "cuando otras Navidades se llegaba a los 80 o 90". A todo ello se une que el resto de meses, los marineros también han estado soportando valores de entre los 25 o 30 euros a los que, por ejemplo, se ha estado vendiendo la quisquilla de calidad extra.

Últimamente se ha oído que la quisquilla de Motril no es de la tierra, sin embargo, López aclara que esto no es así, lo que ocurre es que el barco que tradicionalmente pescaba este producto, el Francisco y Yolanda, ahora no puede hacerlo, algo que la concejal del área en el Ayuntamiento, Teresa Morales, califica de "error".

Según Ignacio López, este barco regentado por Miguel Rico llevaba 20 años pescando quisquilla en invierno con nasa, y el pez espada en verano (palangre de superficie), sin embargo, desde hace dos no pueden hacerlo por una nueva normativa del Gobierno español. "La mayoría de barcos del palangre de superficie son grandes, por lo que en invierno pueden ir a Madeira o Canarias, sin embargo, otros pequeños, como el Francisco y Yolanda, no soportarían los temporales del Atlántico, y es que nacieron en su momento con la intención de ir cambiando y ahora, al no poder hacer las dos, tienen que estar 6 o 7 meses al año sin productividad".

El patrón mayor explica que "están esperando a que llegue el mes de mayo para irse a Mallorca para trabajar el pez espada, pero termina en octubre y tienen que amarrar, porque no tienen otra alternativa". De ahí que aguarden una solución del Ministerio para que puedan seguir faenando como antes.

Por ello, la quisquilla de la lonja es la que traen los barcos de arrastre y otros que vienen de fuera de Granada. "Ahí ha estado una temporada un barco que vino de fuera, 2 o 3 meses, pero ya se ha ido". De ahí la confusión de que no sea de Motril, sí lo es, aunque lo pescan otros barcos que no son de la provincia.

A los bajos precios tienen que unir toda la problemática que arrastra detrás una flota con unos 40 barcos y 250 empleos directos. Según su patrón mayor, se trata de la más perjudicada de todo el Mediterráneo por la nueva normativa europea que afecta al actual mallero que para ellos ha supuesto un 40% de pérdidas. En otros lugares, tienen unas pesquerías que les pueden hacer salvar el partido, sin embargo, la de Motril, no. Así, Bruselas ha aumentado la malla el 50, una medida que aceptan, pero les han impuesto que el hilo sea de 5 centímetros, lo que hace que los chopitos o las pescadillas se escapen. "A estas dos últimas especies nos afecta hasta en un 70%, sólo por el grueso del hilo".

Sin embargo, a pesar de que el 80% de la flota de Motril no tenía adaptadas las redes a la normativa, se están amoldando. Por el camino, han tenido que pagar el precio de estar amarrados 20 días (en algunos casos) hasta recibir las nuevas, ya que se había producido un overbooking de peticiones en las empresas comercializadoras. Los pescadores esperan que oigan sus peticiones en Bruselas y tengan en cuenta las características de su trabajo.

La única tabla de salvación es la que les da la naturaleza y es que "a pesar de que estamos ganando los marineros poco y que los barcos no dan rentabilidad, gracias a que los recursos han aumentado, las descargas en lonja han subido en los últimos tres años, de ahí que estemos soportando los precios bajos".

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