Tres en punto de la tarde, Viernes Santo. Cristo muere en Granada. La tradición congrega a los fieles desde hace casi un siglo hasta el Campo del Príncipe, a los pies del Cristo de los Favores. Uno de los momentos más singulares de la Semana Santa y que encarna uno de los actos de piedad de mayor participación. El rezo del vía crucis, la alocución del arzobispo y la adoración de las cinco llagas son el fundamento de esta celebración. Sin embargo la pandemia del Covid-19 ha echado por costumbre las tradiciones más arraigas del pueblo granadino.

Las campanas de San Cecilio sonaron a las tres de la tarde recordando la hora nona, momento en el que la tradición cristiana conmemora la muerte de Jesús en el Gólgota. Granada vive el instante con fervor, agolpándose por millares en el Campo del Príncipe ante monumento de piedra del Cristo de los Favores. Con frío o calor, con lluvia o sin ella, Granada se echaba a la calle para disfrutar de esta singular expresión de piedad y fervor popular. La Virgen de la Soledad, desde los años treinta no ha faltado nunca - salvo en 2018, por motivo de la lluvia - a esta cita. Reincide su ausencia en 2020, por causas muy distintas.

El arzobispo de Granada no se ha dirigido hasta este enclave para conmemorar la muerte de Cristo. Desde el interior de la Catedral, el prelado se ha dirigido a los fieles a través de las redes sociales para rezar el vía crucis y realizar la adoración de las llagas. Un acto al que la Hermandad de los Favores, representado en el director espiritual y párroco de San Cecilio y miembros de la junta de gobierno, se ha sumado bajando Campo del Príncipe y rezando a los pies del crucificado de piedra. 

A las tres en punto de la tarde la corneta de Felipe Cañizares, de la Agrupación Musical Dulce Nombre, ha dado el toque de oración, cumpliendo con la tradición. Las campanas de San Cecilio sonaron para recordar la muerte de Cristo, a las que se sumaron también las de la Catedral de Granada, tocando a muerto. "Como recuerdo de que Cristo ha muerto por nosotros y abre sus brazos para salvarnos", tal y como ha indicado el propio arzobispo en su alocución.