Procesiones

Devoción e historia en una gran jornada

  • Gran respuesta de los hermanos de las cinco hermandades del Lunes Santo, que permitieron hacer crecer sus respectivos cortejos

La Virgen de la Luz, detenida ante su templo zaidinero

La Virgen de la Luz, detenida ante su templo zaidinero / Álex Cámara

EL espléndido sol del Domingo de Ramos dio paso a un Lunes Santo igualmente envidiable. Propició esto, por tanto que la gente volviera a tomar las calles y se dejara embeber por el ambiente cofrade que destila la ciudad. Las cinco hermandades del día –Huerto, Trabajo, Dolores, Rescate y San Agustín– realizaron su estación penitencial hasta la Catedral. En esta ocasión, fue El Huerto la encargada de abrir la Carrera Oficial.

Como es tradicional, la parroquia del Corpus Christi protagonizó el inicio del Lunes Santo. Allí fue donde lo más genuino de nuestros barrios volvió a dejarse sentir, cuando los hermanos de El Trabajo salieron a las calles. El fervor del Zaidín se desató, afloraron las emociones y las fotografías cargadas de lágrimas, vítores y palmas a los titulares de la hermandad anegaron la escena: la calle Polinario volvió a ser el alma del pueblo.

Sin embargo, y a pesar de la verdad que hay en todo esto, no llena de razones la forzada búsqueda de una coronación para la Virgen de la Luz. El “aplausómetro” no es carga probatoria para estas cuestiones, que son verdaderamente serias por mucho que en Andalucía las hayamos conseguido banalizar. Más allá de esto, la hermandad volvió a presentar un sólido cortejo, el cual consolida su prestancia en las calles. Las pupilas de Rafael Pérez, por su parte, mostraron el conocimiento del oficio y dieron prueba del talante de este paso de misterio.

El Huerto de los Olivos por Granada El Huerto de los Olivos por Granada

El Huerto de los Olivos por Granada / Carlos Gil

El Cristo del Trabajo desprendió la fragancia de una verdadera hermandad de barrio, que se reafirma progresivamente en su carácter y en su forma de entender la Semana Santa. Y que, efectivamente, avanza al mismo ritmo que la talla del paso de su primer titular. El paso de palio maravilló con su exorno floral y con los conseguidos volúmenes de la vestimenta de la Virgen de la Luz. Comedido el movimiento de las bambalinas que se compensó, no obstante, con el derroche de Cúllar Vega con el repertorio festivo y jaranero que conformó su escaleta.

La cofradía de El Huerto destacó en este día al adelantar su salida desde las Comendadoras de Santiago, lo que permitió también recogerse antes. Imagen inusual pero que parece ha cosechado un razonable éxito ya que esta medida incrementó la respuesta del público en ambos momentos y también por otros puntos del recorrido, como calle Pavaneras. Por su parte, la hermandad sobresalió como cada año en la presentación de los pasos y en la disposición del cortejo. Demostrando cómo la línea estética de la hermandad –a pesar de sus detractores – tiene también su interés y fortuna crítica. Espectacular, un año más, el exorno floral de los pasos. Un deleite para la vista.

Jesús del Rescate, en su templo antes de procesionar Jesús del Rescate, en su templo antes de procesionar

Jesús del Rescate, en su templo antes de procesionar / Álex Cámara

El Albaicín volvió a hacerse cofrade gracias a la hermandad de la Virgen de los Dolores. La personalidad de la cofradía, con su característico palio salmón, no dejó indiferente a nadie. El andar personal de la cuadrilla, las particulares insignias del cortejo y también la flor escogida para la Virgen de los Dolores demostraron que la tradición no está reñida con la exquisitez ni la modernidad, incluso por la apuesta hacia nuevos presupuestos.

La cofradía mantiene su esencia con guiños hacia nuevos aires, signo de los cambios generacionales que afronta la corporación. Eso sí, con puntos que no atienden a la claudicación: el magisterio de Antonio Rodríguez, que cumple 40 años frente al martillo, y que es mucho más que un sello de identidad. Es un modo de entender la costalería.

El clasicismo hecho realidad, así podría describirse a la hermandad de El Rescate. La armónica conjunción de El Arahal con el trabajo de los costaleros del Señor de la Magdalena hicieron las delicias de todos. La “cajita de los recuerdos” de la que hablaba el pregonero se reabrió con la estampa de siempre: con el exorno de todos los años, con ese repertorio que nunca pasa de moda, con esa inteligente forma de conservar la esencia. Algo que todavía coge más fuerza si cabe al comprobar el compromiso de los hermanos al vestir su túnica nazarena y ponerse en camino delante de este portentoso cristo trinitario.

Ya es habitual la llamá que el capataz regala a los niños en el regreso de la cofradía. Un momento de bullicio donde los pequeños gritan en mitad de la estación de penitencia para que el paso levante al cielo. Es necesario darle su sitio a los más pequeños, qué duda cabe, si bien deberíamos observar si ese es el modo más adecuado. Ya que, por momentos, la seriedad de la cofradía en la calle se viene abajo como un castillo de naipes.

Oscuridad y silencio al paso del Cristo de San Agustín Oscuridad y silencio al paso del Cristo de San Agustín

Oscuridad y silencio al paso del Cristo de San Agustín / Álex Cámara

Fiel a su estilo puso la cruz de guía en el pavimento de la calle San Antón la hermandad del Cristo de San Agustín. El silencio, interrumpido por la campana a duelo del convento del Santo Ángel y el muñidor que antecede a la cofradía, dejó paso a los espigados nazarenos del Sagrado Protector quienes, con el cirio al cuadril, antecedieron a las andas del crucificado atribuido a Jacobo Florentino. Reposado andar el de los costaleros comandados por Javier Pérez. Silente elegancia la que desprende su cuadrilla solamente rota por el racheo de las zapatillas.

El recogimiento de la cofradía sólo se vio interrumpido por las atronadoras levantás del palio de la Virgen de la Consolación. Impactante sonido el de los varales al golpear contra la mesa. Estruendo que suena a música celestial para los cofrades. Especialmente, si a coro, le acompañan las voces de la Ciudad de Granada y la capilla musical de la hermandad.

La Sagrada Conversación volvió a presentarse, una vez más, espléndida gracias a la labor de la priostía y del vestidor. La puesta en la calle, asimismo, volvió a verse realzada con el tránsito de la cofradía de vuelta por San Antón sin las luces del alumbrado público. Acierto el de la corporación municipal en apostar – salvaguardando la seguridad de todos – por el sabor de la tradición.

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