La Semana Santa de Granada 2020, cancelada por el Covid-19

Martes Santo sin Esperanza

  • Puertas cerradas en las iglesias de Los Dolores, San Juan de los Reyes, Santa Ana y Santo Domingo: Granada, sin Martes Santo

  • Sensaciones de algunos de los protagonistas anónimos en una jornada histórica sin La Lanzada, Vía Crucis, Esperanza y Humildad

La Virgen de la Esperanza, en la salida penitencial del año pasado.

Trigésimo día de confinamiento, tercero sin cofradías en la ciudad de la Alhambra. La Semana Santa de Granada hiberna a la espera de tiempos mejores. Ningún cofrade nació esperando arrancar las hojas del calendario para ver llegar estos días sin nazarenos por las calles. El Martes Santo de 2020 no dejará rastros de cera en el asfalto, ni tampoco candelerías consumidas con los palios ya de recogida. Simplemente, el Martes Santo queda reducido a la vulgar cotidianeidad. C'est la vie

Comunión espiritual de los cofrades de Granada con el corazón puesto en la Avenida de Francisco de los Ríos. Este 7 de abril contrasta con ese día 16 de 2019, donde la actualidad nos llevaba hasta los pies de la Iglesia de los Dolores. La Lanzada, a la calle. La Lanzada, por su puerta. Jamás un dintel fue capaz de evocar la gloria como aquel el día. Qué bien sienta, para el cuerpo y para el ánimo, ver a una cofradía señorear al entrar y salir de su casa sin plásticos que le guarezcan. 

16 de abril de 2019. Histórico día en Santa Ana. Recuerdos del palio verde de la Niña de Risueño saliendo a Granada con una corona de oro sobre sus sienes. Tramos prietos, coronados por altos antifaces de sarga, precediendo a esa porción del cielo que se cobija bajo doce varales y bordados de Trinidad Morcillo. Día memorable, sin duda, como también se vivió a la orilla del Darro, junto a la Hermandad del Vía Crucis, o en el Realejo con los hermanos de La Cañilla. Estampas añejas de la Semana Santa que dejan en el paladar el bouquet de los mejores vinos.

Salida del Señor de la Lanzada Salida del Señor de la Lanzada

Salida del Señor de la Lanzada / J.H. (Granada)

Lanzada

A las tres de la tarde las inmediaciones de la Iglesia de los Dolores empezarían a acoger a los costaleros del Señor de la Lanzada. Café y tertulia para soltar nervios antes de que José Carlos Torres Milena junto con su equipo empezaran a repartir los trabajos y alentar a cada uno de los que miden su cuello bajo la trabajadera. Este año no habrá quedada pero sí palabras de aliento: "Va a ser complicado para todos los que vestimos la corbata negra y, por supuesto, para todos los hermanos. El equipo de capataces está en contacto con toda la cuadrilla e intentando, entre todos, darnos ánimos, bromear y seguir haciendo piña", asegura este veterano capataz. 

El mensaje, según dice Torres Milena, llegará. Se dirigirá a toda la cuadrilla a la misma ahora de siempre y se acordará de todos aquellos que han pasado en esta Cuaresma momentos difíciles. Pedirá recogimiento y tener en la memoria, y en las oraciones, a todos aquellos que se han quedado en el camino y no volverán a ver un Martes Santo. Sin embargo, ya se piensa en el 2021. En los toques del martillo, todos bajo la trabajadera, haciendo lo que se manda y en esa primera llamá: "Nos acordaremos de los que están y de los 11.000 que nos han dejado. Y lo haremos con emoción, con el vello de punta". Y es que, como recuerda Torres Milena, "nuestros abuelos han vivido el hambre y la guerra pero nosotros no. Lo que nos toca es dejarle un mundo mejor a nuestros hijos y toda esa cantera cofrade que viene detrás".

Detalle de las manos del Señor de la Amargura Detalle de las manos del Señor de la Amargura

Detalle de las manos del Señor de la Amargura / D.G. (Granada)

Vía Crucis

El Señor de la Amargura y la Virgen de los Reyes descansan sobre sus peanas en la Iglesia de San Juan de los Reyes. Imagen insólita que contrasta con la habitual en estos días, con ambos titulares sobre sus pasos, en la capilla de salida, anexa al templo. La exquisitez de la priostía, consolidada año a año, y dando lo mejor de sí, habría ultimado hasta el último detalle para que la cofradía luciera lo mejor posible.

Antonio Remacho es el prioste primero de la cofradía. Hoy, Martes Santo, se estrenaba con esta responsabilidad aunque no fuera la primera vez en la que se remanga para preparar todo lo necesario para la estación de penitencia del Vía Crucis. "Me abría acostado tarde y a las 11 de la mañana ya estaría en la capilla de salida dando los últimos retoques mientras el hermano mayor recibe a las autoridades. Después nos hubiéramos ido al templo, a despejar los bancos y a organizar dónde se dispondrían los tramos", asegura el prioste. Para él, como para el resto de la hermandad "estos serían días de agobio y de muchas cosas que hacer. Sin embargo, aquí estamos, sin nada qué hacer. Da pena vivir estos días, aunque otro año será", afirma Antonio Remacho no sin cierta resignación. 

Martes Santo en Santa Ana Martes Santo en Santa Ana

Martes Santo en Santa Ana / D.G. (Granada)

Esperanza

La voz anudada del prioste de La Esperanza da cuenta de lo especial de esta jornada para él y para sus hermanos. Santiago Delgado lleva media vida trabajando en la hermandad y junto a él, el actual albacea, Luis Juncal. En la distancia ambos comparten sentimientos, recuerdos y emociones. Será la primera vez que, desde 1995, no monten sobre la parihuela la candelería de la Virgen de la Esperanza, ni cumplan con las tradiciones y los ritos que la costumbre les ha dado. Sin embargo, como recuerda el albacea, "la realidad está siendo tan dura que todo está muy por encima de la ausencia del Martes Santo".

Santiago Delgado tiene una mezcla de sensaciones después de un Martes Santo en el que, "por primera vez en veinticinco años no he visto al Señor y a la Virgen". Tristeza y melancolía, asegura, que combinan con "la "esperanza de que salgamos de esta y hacerlo con el menor daño posible". Luis Juncal asegura que está siendo una jornada difícil: "No es que haya llovido o estés fuera por trabajo, es que no hay Martes Santo". Por esa razón, cada hora que pasa, es un recuerdo de dónde estaría en ese momento si todo volviera a la normalidad: hablar con los hermanos, ultimar detalles, los nervios en el estómago antes de que se levante el 'telón'.

Es un día de recuerdos, emociones y sentimientos a flor de piel. Santi Delgado se acuerda de su madre y sus hermanas, con las que no puede estar físicamente este Martes de Pasión. Pero su memoria le sitúa junto al cancel de la puerta de Santa Ana, cerca de la capilla de la Inmaculada viendo al Señor del Gran Poder descender por la rampa, con el sol de la tarde inundando la plata, los lirios y la túnica morada. "Ahí siempre tengo un recuerdo especial a mi padre. Tengo una oración. Y siempre al lado de Luis Juncal". Es difícil poner palabras cuando el corazón habla. 

Antifaz de un nazareno de La Humildad Antifaz de un nazareno de La Humildad

Antifaz de un nazareno de La Humildad / D.G. (Granada)

Humildad

Los ojos azules de Elena Fernández no se perfilan este 7 de abril con la sarga morada de su antifaz. Nazareno veterana de La Cañilla lleva en los últimos quince años frente al paso del Señor de la Humildad, portando una de las bocinas. "Es una sensación rara porque, por primera vez en mi vida, no estoy siquiera en Granada. Vivo fuera y con el confinamiento no he podido estar con mi familia", asegura esta cofrade realejeña. 

La tradicional mañana del Martes Santo pasa para la familia Fernández Hurtado de una manera convencional. Levantarse, asomarse al balcón y mirar qué tiempo hace y ver algún vídeo cofrade antes de la hora de comer. Una rutina que se acompaña con la penúltima revisión de la túnica, segundo planchado y comprobación de que está todo en su sitio: la medalla, la papeleta de sitio, las fotografías de aquellos que faltan y dos estampas, la del Señor de la Humildad y la de la Soledad de Nuestra Señora. 

El cofrade, persona de costumbres, cuando se viste de nazareno mantiene su liturgia. Elena, por ejemplo, se viste en casa de su hermana que también viste la túnica de La Cañilla. Cada año ambas se ayudan a vestirse. Se ponen la medalla, se remangan el bajo del pantalón, cuelan la túnica y se ayudan a ceñir y colocar correctamente el cíngulo. Después, un padrenuestro, y al salir de la casa calzan el antifaz sobre la cabeza y en silencio completan su particular itinerario: Belén, Molinos, Cuesta de los Monteros, Santiago, Plaza del Realejo y de ahí a Carnicería. "Siento nervios cuando veo a la gente sentada esperando a que salga la cofradía", confiesa Elena. Pero este año esas inquietudes no bucearán por el cuerpo. Televisión, roscos y a esperar a un nuevo Martes Santo

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