Entrevista con nuestros artesanos | Pablo Fernández, escultor

"Antes que ser imaginero hay que ser escultor"

  • Pablo Ferández reivindica el valor de los grandes de Granada: de Pablo de Rojas a Francisco Morales

  • El joven tallista granadino ha presentado esta Semana Santa su primer grupo escultórico para Guadix

"Antes que ser imaginero hay que ser escultor"

"Antes que ser imaginero hay que ser escultor" / Jesús Jiménez / PHOTOGRAPHERSSPORTS (Granada)

Históricamente, el barrio del Realejo es un barrio de artistas. Allí han florecido a lo largo de las artes y han concentrado un nivel patrimonial como pocas otras áreas de la ciudad. Por este motivo y otros muchos, allí trabaja hoy, en el corazón del barrio, Pablo Fernández Hurtado (Granada, 1992), un joven imaginero que se está convirtiendo en una de las revelaciones de la escultura devocional granadina del presente siglo. Humilde y modesto rehúye de los personalismos, prefiriendo que sean sus obras quienes hablen de él.

Cofrade de cuna, Fernández Hurtado ha nacido entre la devoción materna a la Virgen de la Aurora y el amor paternal que inculcó a él y los suyos el amor al Señor de la Humildad y la Soledad de Nuestra Señora. El Realejo, convertido en su segunda casa; Santo Domingo, patrio de recreo donde ha crecido hasta convertirse en el hombre que hoy es. Entre Granada y Sevilla ha dirimido su formación, aprendiendo el manejo de la gubia y relacionándose con algunas de las grandes firmas de la imaginería andaluza como Darío Fernández o Juan Manuel Parra. 

¿Qué tiene Sevilla que no tiene Granada para que el talento tenga que irse a formarse fuera?

En Bellas Artes Granada tiene muy buen nivel pero en Sevilla la tradición de los grandes del Barroco, tanto pictórica como escultórica, sigue muy presente en la facultad. Además, Sevilla tiene una amplitud de talleres a los que poder visitar y conocer que, por desgracia no tiene Granada. Ahora están empezando a surgir, pero hace diez años no había prácticamente nada. 

Pablo Fernández dándole alma a la madera Pablo Fernández dándole alma a la madera

Pablo Fernández dándole alma a la madera / Jesús Jiménez / PHOTOGRAPHERSSPORTS (Granada)

Pero, en un mundo como el actual, ¿tiene futuro dedicarse a la escultura devocional?

Cuando llegué a la facultad y te encuentras que otros diez quieren dedicarse a lo mismo que tú se te abren los ojos rápidamente. Te das cuenta de la complejidad que tiene el oficio, donde hay más talleres que demanda de mercado, y de la competencia que hay. Para salir adelante no te queda más que formarte mucho, seguir aprendiendo y renovarte en cada momento.

¿Qué queda de romántico, de gremial, en la formación de un escultor imaginero?

Cuando sales de la carrera no sales experto en nada, tocas muchas técnicas -dibujo, pintura, grabado...- pero no te terminas de especializar. Además, en la carrera no tienes a nadie que te enseñe desde cero, tienes que venir ya con una base y luego los máster que hay tampoco llegan a completar, al menos en mi caso, mis inquietudes. Así que para dedicarte a esto tienes que recurrir a la formación a la antigua, irte a un taller, echándoles una mano, colaborando y aprender esas técnicas tradicionales que se han ido legando de en taller en taller. Y por lo demás, la formación te lo de la práctica.

"En Granada estamos aprendiendo a base de ensayo-error: cuando la opinión pública se manifiesta sobre una creación en concreto, entonces la hermandad rectifica y cambia"

Frente a quienes os dedicáis a esto por medio de una formación académica los hay que surgen, y así se ve en redes, de forma autodidacta y se cuelgan rápidamente la etiqueta de escultor, pintor o artista. 

Antes de ser imaginero hay que ser escultor. Tienes que saber de anatomía, de composición, de formulación de los preparados... Puedes tener un don innato para el arte y que se te dé bien, como le ha pasado a tantos en la Historia del Arte pero esos son los menos. El intrusismo profesional lo vemos a diario y el problema es que frente a otras procesiones, como la medicina por ejemplo, no te hace falta estar facultado para poder ejercer tu profesión; aquí nadie pide que demuestres, como en unas oposiciones o en un colegio profesional, tu titulación, tus aptitudes y tus capacidades. Cualquiera puede llegar y presentarse como artista. Según mi parecer, eso devalúa las creaciones, el oficio y hasta las entidades que lo promueven. A mí me piden un presupuesto y lo valoran comparándolo con el presupuesto que da alguien que no ha pisado un taller en su vida, ni ha estudiado siquiera en la una escuela de artes. Debería regularse pero es complicado...

A falta de un mecanismo que lo regule, ¿existe una clientela capaz de discriminar aquello que es artísticamente válido de lo que no?

Cada cual se deja llevar por sus gustos personales y muchas veces no existe un criterio intelectual. Debería existir más formación, especialmente en el ámbito de las hermandades pero también en el de los seminarios. No existe formación en arte sacro y de ahí vienen luego los atentados que muchas veces vemos, y ya no sólo en la escultura también en la restauración. En el caso de Granada, por ejemplo, estamos aprendiendo a base de ensayo-error: cuando la opinión pública se manifiesta sobre una creación en concreto, entonces la hermandad rectifica y cambia. Pero esto es algo que no sólo pasa con la escultura, también con el resto de las artes.

Pablo Fernández ha trabajado especialmente para las hermandades de gloria Pablo Fernández ha trabajado especialmente para las hermandades de gloria

Pablo Fernández ha trabajado especialmente para las hermandades de gloria / Jesús Jiménez / PHOTOGRAPHERSSPORTS (Granada)

En Granada, ¿dónde crees que se sitúa el grado de conocimiento en arte?

Hemos superado muchas limitaciones y hemos entendido que no todo vale. Se han realizado muchos trabajos en talleres prestigiosos de otras ciudades y se nos ha intentando vender que aquello era la panacea cuando, en verdad, esos talleres no son ni los que tienen más calidad ni tampoco son los que aportan algo a la Semana Santa. El oro reluce mucho pero hay que apreciar la ejecución y el diseño. En el caso de los bordados, no porque sea una torta de oro va a ser más bonito.

Resulta difícil formarse en muchas de estas artes cuando no tienes referencias directas cosa que sí ocurre en otros lugares. 

Eso podía ser antes, ahora en Granada están surgiendo talleres de todo tipo y diseñadores de muy buena calidad. Por ahora se les sigue valorando más fuera que dentro pero llegará el momento donde las cofradías no tengan que salir a buscar fuera si no quieren. 

"Intento no reproducir ni copiar pero sí dejar ese alma que tienen las obras de nuestra escuela"

Mientras llega ese momento, ¿se os da la oportunidad a quienes estáis empezando y os queréis dedicar a esto? 

En mi caso no tengo queja, desde 2017 que tuve mi primer encargo para el Museo de las Carmelitas no han dejado de llegar encargos. Aquello me sirvió de escaparate para que la gente viera qué puedo ofrecer como escultor. A partir de ahí han surgido varias oportunidades: una Santa Rita para los agustinos, un trabajo para el paso del Perpetuo Socorro, para la Archicofradía del Rosario... y algunos encargos más. He empezado trabajando para las hermandades de gloria que son las grandes olvidadas en la ciudad. Aquí lo importante es siempre hacer examen de conciencia y ser autocrítico con el trabajo que se hace. Yo nunca me doy por satisfecho con lo que hago y antes de ir haciendo publicidad por redes prefiero autoevaluarme, ver en qué puedo mejorar y pensar realmente si estoy cualificado para hacer según qué trabajo.

¿Y qué aporta tu trabajo que no aporten otros?

Yo he nacido en Granada y me he criado viendo a unos titulares que tienen la mano de los grandes de nuestra escultura: Rojas, Mena, Mora... A muchos de ellos les he rezado por las noches. Esas imágenes son las que tengo en mi memoria. Reivindico la escuela granadina de escultura y aunque mi formación sea sevillana intento evocar las formas granadinas en mis trabajos, imitar esos estilemas de nuestra escuela. También es verdad que algunos de esos autores tenían una personalidad tan grande que al imitarlos se suele caer en la caricatura, yo intento no caer en eso y poner mi sello personal. Intento no reproducir ni copiar pero sí dejar ese alma que tienen las obras de nuestra escuela: ese dolor que deja a las obras ensimismadas en sí mismas. Es el estilo con el que me identifico y a los que empiezan como yo, que tengan en cuenta de dónde venimos para ir a buscar un futuro propio. 

- Acabas de presentar tu primer gran proyecto: el misterio de La Flagelación de Guadix, con cuatro imágenes del natural y tres de pequeño formato. ¿Cuándo el gran salto en Granada y qué te gustaría hacer?

- En la ciudad hemos llegado a una cota muy alta y en tema de imaginería ya está casi todo hecho. No me cierro a nada, obviamente, dispuesto a cualquier encargo. Sí es verdad que echo de menos en Granada la iconografía de un calvario procesionando, con un crucificado, una dolorosa y un San Juan. Eso era algo muy nuestro y se ha perdido. Hacer algo en ese estilo no me desagradaría.

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