El Palmar de Troya: independencia de Utrera

Una lucha de veinte años y de catorce kilómetros

  • Alegría moderada de un 2 de octubre con el contexto informativo del 1 de octubre

  • La presidenta Díaz, invitada a la fiesta que hoy celebrará El Palmar

Señales de tráfico del nuevo municipio y del embalse. Al fondo, la basílica del Palmar.

Señales de tráfico del nuevo municipio y del embalse. Al fondo, la basílica del Palmar. / Juan Carlos Muñoz

"No se lo he dicho ni a mi madre". Juan Carlos González, presidente de la Entidad Local Autónoma de el Palmar de Troya, nacido el 6 de febrero de 1979, el año de las primeras elecciones municipales de la democracia, pidió un receso en el Ayuntamiento para seguir por el móvil la rueda de prensa en la que su tocayo Juan Carlos Blanco, portavoz del Gobierno Andaluz, hacía oficial lo que era una demanda de hace veinte años: el inicio de los trámites para la autonomía municipal de El Palmar y la segregación de Utrera, su ayuntamiento matriz, del que le separan 14 kilómetros.

En su despacho de alcalde oficioso, Juan Carlos ondea la bandera de El Palmar. Tiene los dos símbolos de su topónimo, una mata de palmito y la torre de Troya, una torre-vigía con unas impresionantes vistas del pantano de Torre del Águila que hicieron los presos del franquismo en la posguerra. Reconoce que el escudo de la bandera está inspirado en el de uno de los equipos de fútbol de la localidad.

En la plaza del Reloj no se hablaba de otra cosa. Unos hombres maniobraban junto al rótulo de la plaza de la Concordia. "No le van a poner plaza de la Independencia, le están metiendo internet y la fibra óptica", dice Diego Soria, nacido en Utrera, de la que estaba deseando separarse. "Me crié en Montellano pero uno es de donde es su mujer y yo a la mía la conocí aquí, en los antiguos colegios que los habían convertido en una discoteca". Soria tiene una empresa de catering con la que empieza a trabajar en la Feria de abril de Sevilla y acaba en la de octubre en Brenes.

Al pueblo se entra en coche por la Avenida de Utrera. Está la iglesia, que estrena párroco, y después está el bar Periquín, que debe el nombre a Pedro Parras, nacido en Olvera, criado en El Rubio y curtido en El Palmar. "El bar se lo compró mi suegro, Fermín, a un hombre que le decían el Marchenero con el dinero que ganó en Alemania". Ahora lo regentan Carlos y Fermín, que nacieron el año de la Constitución, hijos mellizos de Periquín y Modesta, que también tienen un hijo guardia civil destinado en Utrera y una chica que vive frente al bar, donde los parroquianos siguen las noticias de Cataluña.

Del 1 de octubre del secesionismo a este 2 de octubre de la conquista de El Palmar. Juan Carlos González piensa instituir esta fecha como nueva fiesta local en lugar del 3 de marzo, en recuerdo de ese día de 2003 en el que consiguió el rango de Entidad Local Autónoma. La otra fiesta es la de la patrona, la Virgen del Carmen, 16 de julio, que también se vive con una procesión en el interior de la Basílica del Palmar.

Aquí fue Troya literalmente, y no con la triste metáfora que usa don Quijote cuando en el capítulo 66 sale de Barcelona. "¡Aquí fue Troya! ¡Aquí mi desdicha, no mi cobardía, se llevó mis alcanzadas glorias...!". Cuatro jóvenes madres desayunan junto a los carritos con sus niños pequeños. Elisabeth, Anabel, Coral, "ponga usted que hace la permanente de las uñas", y Samara, están encantadas con la segregación respecto a Utrera. Este pueblo de las mujeres ha tenido que contar con el beneplácito de la patria chica de los Álvarez Quintero. "Nos vamos a independizar de Utrera, no de España", dice Anabel.

Fue un pueblo de emigrantes. "Yo he cogido lavanda en Francia, huele de maravilla, pero es el trabajo más duro que he hecho en mi vida", dice Periquín. Rosa y Encarnación son hermanas y no se pronuncian. "Pregunte a los hombres de la plaza del Reloj". Francisco contesta a regañadientes. "Un pueblo grande siempre tiene más vida que un pueblo pequeño". Como tantos vecinos, ha trabajado en Alemania, Holanda y Francia, "aquí no se comía, el pan hay que ir donde esté aunque sea lejos". Se invirtieron las tornas. Antes, dejaban el duro campo para emigrar a Europa y desde hace varias décadas –este año se cumplió medio siglo de las primeras apariciones– vienen de diferentes países europeos los miembros de la orden de la Santa Faz. Al menos sirvió para situar al pueblo en el mapa. "Y dio muchos jornales, mucho beneficio, perjuicio ninguno", dice Periquín de este Avignon de los Papas heréticos del Sur.

Una gente trabajadora que recoge la fresa en Huelva y la aceituna en Jaén y que se han especializado en el sector de las Ferias, siempre con el tajo a cuestas para alegrar la vida de los demás. Hoy se espera en El Palmar a Susana Díaz para celebrar con un ágape vecinal la conquista municipal. "Intentaremos enseñarle el pueblo", dice el presidente de la hasta ahora entidad local autónoma. Dejarán una segunda celebración "porque medio pueblo está ahora en la Feria de El Cuervo", dice Juan Carlos González, que prepara con su secretaria interventora, Irene Morgado, los trámites administrativos. Ya le dio la noticia a Yolanda, su mujer, y preparaba un video de pregonero antiguo para contarles la buena nueva a los vecinos.

Por las mañanas está en el Ayuntamiento y por las tardes estudia Técnico Sanitario de Emergencias. Le gustaría ser el primer alcalde de El Palmar, "pero tendré que presentarme a las primarias". Dice que esta conquista es el fruto de un sueño vecinal que movilizó el Grupo Independiente de El Palmar (GIP), liderado por Manuel García Alonso.

No hay que cambiar las banderas –España, Andalucía, El Palmar–; tampoco las señales de tráfico, Utrera sigue estando a 14 kilómetros. Tenían casi todas las competencias: recogida de basuras, alcantarillado, servicios sociales, urbanismo, educación. "Lo que no teníamos era la Policía Local y las nuevas urbanizaciones". 2.500 habitantes. Llegó a tener el doble. "Ese retroceso social y económico fue el que llevó a esa agrupación de vecinos a iniciar esa lucha para que la gente dejara de irse a otros lugares".

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