Entrevista con Luis Santisteban | Empresario de Sierra Nevada

“Me examino todos los días”

  • El escritor del libro aboga por ampliar Sierra Nevada pero "no a lo loco"

Luis Santisteban

Luis Santisteban / Carlos Gil

–¿Qué siente al presentar este libro?

–Sí, es un recorrido por toda mi vida. Desde que a los 4 años me fui a la Sierra hasta los sesenta y tantos que tengo ahora.

–¿Cómo recorre este libro la historia de la Sierra?

–Ha ido creciendo en todos los sentidos: con las personas, con los clientes, con la gente que trabaja allí, con los profesores, con los Campeonatos de Esquí, con Jerónimo Páez. Con toda la gente que ha hecho posible que la Sierra esté ahora como está.

–¿Le ha costado escribirlo?

–No me ha costado absolutamente ningún trabajo. Ha sido facilísimo. La historia es que en un avión de Málaga a Múnich le dije a mi mujer “voy a escribir un libro” y me dijo ella “adelante”. Me puse a escribir allí. Como vi que el libro no me acababa de convencer, llamé a varios amigos, que después se han convertido en 40, y les hice tres preguntas: qué era para ellos Sierra Nevada, qué significa el esquí y que significa Luis Santisteban en sus vidas.

–Respóndame a esas tres preguntas.

–Sierra Nevada es mi vida. El esquí lo es todo. Llevo esquiando 62 años. Ahora me he metido en el telemark y estoy encantado de la vida. Cada día me examino.

–Se habla de ampliaciones, pero ¿qué futuro tiene Sierra Nevada?

–Está claro que si Sierra Nevada no se amplía bien, no a lo loco, se irá muriendo poco a poco.

–¿Emocionado?

–Sí. Estoy rodeado de buenos amigos. Gente que ha escrito en el libro y gente que no, pero no todos caben. Es una satisfacción personal muy grande.

–Jerónimo Páez le prologa el libro. ¿Qué aporta su visión?

–Según me ha contado, y tampoco voy a desvelar el prólogo, a él le ha rejuvenecido el libro. Le ha traído todos los recuerdos que tenía aparcados de los Campeonatos del Mundo. Sé lo que es. Es un gran amigo y un excelente jefe. Ya lo conocemos todos. Lo mismo estás aquí que te vas con él y acabas en París o en Londres. Su forma de trabajar es una de sus virtudes y o te acostumbras o no podías trabajar con él.

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