El sector agroalimentario, el gran motor de la economía y del bienestar en Andalucía
Presentación
Juanma Moreno
El campo andaluz, a lo largo de la historia, se ha enfrentado a múltiples desafíos que ha sabido encarar siempre con actitud y empuje. Y las manos que lo labran, lo siembran y lo recolectan son las protagonistas de esa hazaña. Hombres y mujeres valientes que, en las peores situaciones, han tirado del sacrificio y el esfuerzo que les caracteriza para sacar sus cultivos y empresas adelante. Mujeres y hombres que han luchado para que los productos que brotan de nuestra tierra lleguen a todos. Lo hemos visto en los momentos más duros de la pandemia. Eso es el campo andaluz: actitud, empuje, valentía y sacrificio, y la deuda con ellos será eterna.
El Gobierno de Andalucía, antes y durante la pandemia, como la salud o la atención a los más vulnerables, también ha puesto al sector agroalimentario en el centro de su acción política, conscientes de su relevancia para la economía y el futuro de la comunidad autónoma. De hecho, ha sido uno de los colectivos económicos que más está contribuyendo a superar la Covid-19. Tanto es así que, con todo lo que ha pasado, Andalucía ha batido récord de exportaciones agroalimentarias en 2020, con 11.255 millones de euros y de exportaciones de frutas y hortalizas, que creció un 3,5 por ciento respecto al año anterior. Un buen síntoma del estado sector agroalimentario andaluz que también se ha reflejado en el resultado de lo exportado en el primer semestre de 2021.
Nuestro empeño es revitalizar el campo andaluz y mejorar su competitividad, también fuera de nuestras fronteras. Hablamos de un sector que contabiliza en nuestra comunidad autónoma cerca de 300.000 puestos de trabajo entre el agrario y la agroindustria. En este sentido, desde que llegamos al Gobierno de Andalucía nuestras políticas relativas al sector primario han ido en dos direcciones: la puesta en marcha de iniciativas para adaptar el campo andaluz a los nuevos tiempos y la resolución de los problemas que encontramos en la Administración andaluza tras casi cuatro décadas de gobiernos socialistas. Ahora las ayudas llegan a quienes las necesitan y se tramitan en tiempo y forma.
Durante este año y medio, la Junta de Andalucía se ha volcado para ayudar en lo posible a los sectores agroalimentarios afectados por la pandemia de la Covid-19. Gracias a este esfuerzo, hemos apoyado a más de 11.100 agricultores y ganaderos y a unas 500 empresas y organizaciones. Además, hemos seguido bajando impuestos y hemos reducido las trabas administrativas en las ayudas del sector.
Por otro lado, hemos financiado el cien por cien de arreglos en más de 1.200 kilómetros de caminos rurales en 260 municipios andaluces y no hemos parado de incrementar las ayudas a los seguros agrarios, con comparación con el gobierno anterior.
La recuperación de la crisis por la pandemia exigirá transformación del campo andaluz y un mayor dinamismo. Para ello, vamos a impulsar el primer edificio del Polo de Innovación Tecnológica de la Agricultura Andaluza Cita 4.0, en Almería. De modo que, una vez comience su andadura, centralizará en esta ciudad la investigación, la innovación y el desarrollo de tecnología agroalimentaria de vanguardia. Un centro de referencia para España y Europa, pues de aquí saldrá la agricultura más puntera, moderna y de futuro, gracias a la colaboración público-privada. Del mismo modo, proyectaremos una Planta de Bioindustria de procesado de orujo energéticamente sostenible en Jaén.
En todas estas decisiones, el Gobierno de Andalucía ha ido de la mano del sector agroalimentario. El diálogo y el consenso, señas de identidad del nuevo Ejecutivo andaluz, han hecho que la voz de Andalucía suene con más fuerza en España y Europa en la negociación de la Política Agrícola Común (PAC). En este punto, quiero agradecer y destacar el trabajo llevado a cabo por la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible y por su responsable, Carmen Crespo. Hoy podemos decir que Andalucía ha salvaguardado sus líneas rojas acordadas con las organizaciones agrarias y cooperativas en la Declaración Institucional que yo mismo firmé en septiembre del pasado año.
Esa unión de la Junta de Andalucía con el sector ha sido determinante para garantizar, al menos, una PAC menos lesiva para los intereses de los agricultores y ganaderos andaluces. Lo que hace unos meses era impensable. Unidos hemos logrado reconducir propuestas iniciales del Gobierno de España, que eran durísimas para Andalucía. Gracias a este cambio de rumbo, la base que dará lugar al Plan Estratégico de la PAC en España ya incluye nuestros objetivos prioritarios.
Y es que, por fin se vuelve a hablar de agricultor activo y desaparece el de ‘genuino’, que dejaba fuera a muchos agricultores andaluces. Asimismo, las regiones productivas van a ser 20 en lugar de 50, pero con el mismo presupuesto que llega ahora a nuestra comunidad autónoma. La cantidad está asegurada. También seguirán vigentes los derechos de pago básico en las ayudas. Un sistema de gestión que otras comunidades autónomas rechazan, pero que Andalucía ha sabido defender con éxito porque protege a nuestros productores, facilita el acceso de jóvenes y mujeres a las ayudas y evita la especulación el campo. Ahora toca seguir trabajando con el diseño de los ecoesquemas. Tenemos claro que la prosperidad del campo andaluz es riqueza y bienestar para Andalucía y para España.
Asimismo, habrá un programa específico para el olivar tradicional, con un presupuesto de 30 millones anuales; ayudas asociadas a la uva pasa; se incorporan frutas y hortalizas al sistema de ayudas directas y habrá ayudas para el desarrollo rural manteniendo el criterio del reparto actual.
Pese a esto, todavía seguimos teniendo asignaturas pendientes. Por eso, hemos reclamado al Ministerio la necesidad de establecer mecanismos de mercado para que nuestros productores reciban un precio justo por su trabajo y su producto. Es crucial que las mismas exigencias de calidad que se imponen a nuestros agricultores se reclamen a los productos de terceros países. Igualmente, es fundamental extremar controles y reforzar el personal en Puntos Fronterizos de Inspección de puertos andaluces.
De otro lado, es clave que el Gobierno de la Nación influya y presione a Europa en sus reuniones con Estados Unidos para lograr la suspensión definitiva de los aranceles. En esta línea, también creemos necesario intensificar las relaciones diplomáticas con Rusia para poner fin al ‘veto ruso’ y recuperar un mercado clave en el sector agroalimentario andaluz. Antes de este cierre comercial a frutas y hortalizas, se exportaba al país por valor de 61 millones de euros.
El sector primario andaluz es motivo de orgullo. Insistiré en esto siempre por convicción y porque sus acciones lo refrendan. Iniciativas y proyectos que ahondan en la innovación, la investigación y la sostenibilidad, en consonancia con la Revolución Verde que ha visto la luz con el nuevo Gobierno de Andalucía. En esta línea, vamos a aprovechar bien los fondos europeos Next Generation para favorecer el cumplimiento de las medidas ambientales que marca la Unión Europea.
Para ello, estamos apostando por la Ley de Economía Circular de Andalucía. Será la Ley más ambiciosa de toda España, que va a marcar un punto de inflexión en la lucha contra el cambio climático, además de responder a una nueva mentalidad de la sociedad andaluza cada vez más respetuosa con los recursos naturales. Vivimos en un mundo globalizado, con la amenaza constante del cambio climático. La Revolución Verde es más que un símbolo de este Gobierno, es un compromiso que impregna toda nuestra acción política.
No quiero terminar sin hacer referencia a una cuestión clave para el futuro del campo andaluz: los jóvenes. Hacia ellos estamos dedicando gran parte de las medidas para asegurar el relevo generacional en el sector agroalimentario en Andalucía. Gracias a las ayudas puestas en marcha, jóvenes agricultores han logrado poner en marcha cerca de 2.000 nuevas empresas agrarias en la comunidad autónoma.
Por todo esto, no puedo más que decir que el Gobierno de Andalucía lo tiene muy claro: el sector agroalimentario es el gran motor de la economía y del bienestar en nuestra tierra. Lo ha demostrado durante la pandemia. Genera casi el 9 por ciento de nuestro Producto Interior Bruto, representa el 32% del Valor Añadido Bruto a nivel nacional y el 10 por ciento del empleo en la comunidad autónoma.
Es, por lo tanto, un eje estratégico de la economía andaluza que está llamado a liderar el crecimiento y el desarrollo de nuestra tierra. Para ello, vamos a mantener una fuerte apuesta por la innovación y la calidad. Estamos decididos a seguir situando al sector agroalimentario al frente de las políticas de Gobierno. Algo que, desgraciadamente, dejó de ser así en legislaturas anteriores.
Andalucía ha reconducido el debate nacional de la Política Agrícola Común después de tres años de duras negociaciones y hemos dado certidumbre a un sector que, ahora más que nunca, necesitamos de él todo el potencial para que sea la fuerza tractora de la recuperación tras la pandemia.
Quiero que el campo andaluz tenga la imagen positiva y moderna que merece y que se le exige. Andalucía son sus agricultores, sus ganaderos y pescadores. Siempre estaremos en deuda con ellos, por su sacrificio y valentía en los momentos más duros de la pandemia. Vaya en estas líneas mi más sincero agradecimiento y reconocimiento a todos ellos.
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