Cómics

La vergüenza enterrada

  • Paco Roca, acompañado por el periodista Rodrigo Terrasa, regresa a las librerías con una nueva obra tan esperada como necesaria

Portada del cómic de Paco Roca.

Portada del cómic de Paco Roca.

Suele decirse que los pueblos que olvidan su pasado están condenados a repetirlo, y es que creo que no hay país a lo largo y ancho del planeta que no tenga en su memoria hechos oscuros y horribles, casi siempre relacionados con los conflictos bélicos, el odio y el rencor.

Centrándonos en España, existe una mancha, una deuda a pagar que aún no ha sido restituida del todo, debido sobre todo a la actitud de algunos partidos políticos que fomentan el olvido entre sus afiliados, vendiendo la manida frase de que “hay que mirar hacia delante…”

Pero no, y el dúo artístico formado por Paco Roca y el periodista Rodrigo Terrasa nos van a demostrar en este cómic que aún queda mucho, muchísimo por cumplir, devolver a cientos, miles de familias, el derecho a poder enterrar a sus muertos, represaliados durante y tras la Guerra Civil.

Y van a hacerlo narrándonos la historia de dos hombres, José Celda Beneyto y Leoncio Badía. El primero fue un simple agricultor, un hombre querido por los suyos, que nunca tuvo ni dio ningún problema en su localidad, y que debido a la maldad que anida en el corazón de algunas personas, poniendo como excusa su afiliación política, fue detenido, condenado en una pantomima de juicio y llevado ante un pelotón de ejecución, sin ni siquiera tener la posibilidad de poder despedirse y abrazar por última vez a los suyos.

Por otro lado, Leoncio fue un auténtico héroe dentro de lo que pudo hacer, que fue mucho, ya que librándose por los pelos de la muerte fue obligado a cubrir el puesto de enterrador en el cementerio de Paterna, en el que utilizando una vista aérea, Paco Roca consigue que se nos hiele la sangre al mostrar la cantidad de fosas que existen bajo su superficie.

Leoncio será el encargado de permitir que las mujeres, hijas y otros familiares puedan acceder al camposanto y, al menos, poder ver y llorar por última vez a sus familiares. Y sin él saberlo, se va a convertir en una pieza clave en la futura investigación de estos restos sin nombre que han reposando durante años bajo tierra.

Paco Roca, con la maestría gráfica que le caracteriza, y volviendo a utilizar el formato apaisado, nos presenta a un buen puñado de personajes, todos y cada uno con su propia historia, ya sea en el pasado, o en tiempos actuales, como Pepica, la hija de José, que hizo una solemne promesa a su madre que, gracias al grupo de arqueólogos encabezado por Eli y Manu, puede verse cumplida, y en la que el papel de Leoncio va a tener un papel esencial.

No hay peor condena que arrebatar el derecho a que los familiares de un finado puedan enterrar sus restos, y poniendo como ejemplo la historia de Aquiles, Patroclo y la venganza del primero hacia los afligidos padres de Héctor, queda más que claro el sufrimiento, la impotencia de todas esas familias que aún esperan obtener el permiso en un laberinto burocrático para poder recuperar los restos de un familiar enterrado en una zanja o fosa común.

Ellos son los sin nombre, y en esta obra se les da rostro, permitiendo que puedan 'salir' de esas cárceles llamadas fosas comunes, aunque tan solo sea por un rato, ya que muchos de ellos continuarán, por desgracia, sin poder ser identificados.

Una obra ésta muy necesaria, y que desde ya debería formar parte de la biblioteca de institutos, para que las jóvenes generaciones de nuestro país aprendan que nunca hay que olvidar.

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