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DESPEDIDA
Un escueto “fin”, escrito sobre su fotografía vestido de luces, aventada por las redes, servía para anunciar que la corrida del sábado en Écija, la última que figuraba en su agenda en esta temporada 2025, también es la que iba a poner el final a su atípica carrera en los ruedos. El menor de los Rivera Ordóñez había escogido, precisamente, el mismo vestido que lució en su despedida de la plaza de la Maestranza la pasada Feria de Abril. Se trata de un terno de seda y punto malva, con las delanteras bordadas en plata, con el que había querido homenajear a su bisabuelo, Cayetano Ordóñez Niño de la Palma, en el centenario de su alternativa.
Cayetano ya había empleado esas mismas redes para anunciar este adiós a finales de 2024. Un vídeo titulado El último baile ponía fecha al final. “El año que viene es muy especial para mí. Se cumplen cien años desde que mi bisabuelo Cayetano Ordóñez daba comienzo a mi dinastía. Siento que es el momento de decir adiós”, explicaba entonces el torero acompañado de imágenes familiares, de Ronda, de su padre, su abuelo su hermano, de su propia trayectoria…
Pero Cayetano aportaba otras coincidencias temporales. “También se cumplen veinte años desde que comencé yo en el mundo del toro y no todo ha sido bonito pero durante este tiempo he intentado transmitir cualidades que mi profesión refleja como el valor, el esfuerzo, la disciplina, la solidaridad… y he querido compartir con vosotros esta noticia para que podamos vivir juntos con más emoción si cabe lo que sin duda alguna para mí es la temporada más importante de mi vida” narra ba el torero. En realidad casi nada ha salido como se había planeado. Al sonado incidente en Madrid con la policía -acabó siendo detenido después de unas palabras de más en una hamburguesería- se unió una lesión que le sacó del viaje de la temporada y le impidió estar en Santander. Reapareció en Tomelloso antes de torear, con escasísimo eco mediático, esta postrera corrida de la feria septembrina de Écija en la que salió a hombros junto al diestro local El Astigitano. Completaba el cartel Curro Díaz. Lee cortó dos orejas a un toro de Curro Núñez, el segundo, para lidiar otro ejemplar de Murube, el quinto, el último de su vida como matador que brindó a su hijo, también Cayetano.
Se ponía fin así a una peculiar carrera de vocación tardía en la que la llamada de la sangre se acabó imponiendo sobre otras facetas profesionales que había emprendido con anterioridad. Antonio Cayetano Rivera Ordóñez , de 48 años, es el segundo hijo de los malogrados Francisco Rivera Paquirri y Carmen Cayetana Ordóñez González. En su juventud condujo su formación hacia el sector audiovisual y llegó a trabajar en la productora de su tío Miguel Bosé, hijo de su tío abuelo, Luis Miguel Dominguín.
Para entonces su hermano Francisco ya era un diestro veterano y la decisión definitiva de convertirse en torero coincidió en el tiempo con la crisis de su matrimonio con la modelo Blanca Romero. Fue Antonio Ruiz, el padre de Espartaco, el encargado de enseñarle los rudimentos de un oficio que tuvo que aprender con prisas. Algunas apariciones vestido de corto fueron el preludio de su presentación formal como novillero con picadores en Ronda el 26 de marzo de 2005, en un cartel mixto junto a Espartaco, que había reaparecido para la ocasión, y su hermano Francisco.
El menor de los hermanos Rivera, que ya se había retirado circunstancialmente a mediados de la década anterior, ha contado desde sus inicios en el oficio con el apoyo de su tío, el diestro Curro Vázquez que ha cuidado hasta el extremo la carrera de su sobrino que tuvo unos inicios fulgurantes. Fue el novillero más destacado de 2005 sumando el empaque de su segundo apellido con el atractivo mediático de su sangre. Con muy poco tiempo que perder, tomó la alternativa en Ronda -en medio de una enorme expectación- en la Goyesca de 2006. Era el comienzo de una trayectoria irregular en la que, acompañado de la discusión de su capacidad torera, ha sufrido duros percances que superó con la entereza de ánimo propia de su casta. Tampoco han faltado tardes felices, como su confirmación en Madrid y especialmente en la Goyesca de Ronda –una cita a la que no ha acudido en los últimos años- donde surgía el mejor Cayetano, espoleado por un escenario estrechamente vinculado a su saga familiar.
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