Día de la Cruz 2019

Triunfan los bares en un Día de la Cruz sin barras

  • Las terrazas se llenan en los tres puntos clave del 3 de mayo: Albaicín, Realejo y centro, donde cientos de personas han participado en la fiesta más tradicional de la ciudad

El partido del Día de la Cruz lo han ganado lo bares. Con las barras en la calle casi extinguidas -solamente dos- los granadinos han trasladado su tradición de comer habas, beber vino o cerveza y bailar la reja a los bares. Eso sí, los epicentros de la tradición quedaron intactos: Realejo, Albaicín y centro, fueron los puntos rojos en el mapa de la festividad del 3 de mayo.

Con 19 barras, de las que sólo dos son se instalaron en la calle, en la Plaza Jesús Despojado y Paseo del Violón y otras dos en recintos privados (Comercial Neptuno y Bar Chikito) y el resto, hasta 19, en patios y colegios. Las más animadas fueron sin duda, las de patios y colegios mientras que al mediodía, la del Paseo del Violón contaban solamente con varias decenas de personas que hicieron la explanada mucho más grande a la vista. El marcador se posicionó desde el principio, sobre todo en la zona del centro, en el bando de los bares, que veían sus terrazas atestadas y por el volúmen de la música se confundían las voces de María del Monte y María Jiménez entre palmas y jaleos.

El ambiente en días como hoy está garantizado y la seguridad, también. Más de 200 agentes son los encargados de supervisar las calles y las barras de calle, sobre todo. En el barrio del Albaicín la presencia policial destaca por encima de las del resto de puntos clave del 3-M. Agentes vigilaba el barrio y estaban atentos en cada esquina por si hubiera quien se atrevía a intentar colar alcohol para hacer botellón.

Por la mañana, Granada esperaba el Día de la Cruz medio adormilada. Nubes y claros a las 11 de la mañana y el paseante echaba en falta el bullicio bailando sevillanas propio del 3 de mayo. Pero solamente eran las 11 de la mañana y Granada no defrauda cuando la tradición y la fiesta llama al calendario vital del granadino de pro, esa especie autóctona que nunca deja un clavel huérfano de orej, una cruz de barrio sin montar o los patios vecinos sin visitar.

Una cruz improvisada viste hoy la plaza del Carmen y a las 12 horas ya tenía sus primeros visitantes. La mayoría de ellos, turistas, eran ajenos a las portadas digitales de los periódicos que abrían con la foto de un aparatoso estropicio: la cruz ‘Tradición Vertical’ conoció la horizontalidad la noche anterior al derrumbarse con la fuerza del viento que trajo una tormenta de verano.

Esta Cruz, ganadora del concurso de este año, fue sustituida por una tradicional con sus claveles y su altar decorativo con platos de cobre y demás fetiches de la tradición.

La cruz parece convencer a casi todo el que la ve, pese a que Sebastián Pérez, candidato del PP a la alcaldía de Granada aprovechó el accidente para arremeter contra la gestión del actual primer edil, Francisco Cuenca, a quien vía Twitter dijo que “merece Caroca” y puso en duda que Granada funcione bajo su mandato.

Rifirrafes de precampaña a parte, la Cruz no ha parecido disgustar a nadie pese a distar mucho en modernidad y originalidad de la que de no ser por el accidente hubiera presidido la plaza del Carmen. Los primeros paseos del Día de la Cruz, esos que son “para echar un vistazo primero”, decía una familia con su bebé vestida de gitana en brazos, y sirven para calentar motores y disfrutar de lo más artístico de la jornada: las cruces, patios y escaparates.

A la misma hora de la ronda por los barrios, en torno a las 13 horas y antes de que comience el momento de llegar al bar o a la barra, turistas de dentro y fuera, vecinos de la provincia y otras cernas cogían aire y espacio para ver los espectáculos del escenario de la plaza del Carmen y que tendría lugar en cuanto acabara el pregón que tenía lugar en el Ayuntamiento.

“¡Viva el Día de la Cruz y viva Granada que es mi tierra!”. Ha sido el final de un pregón que si por arte de la sinestesia fuera, se vería en verde y rojo reluciente. Eduardo Salamanca, periodista veterano de la ciudad ha sido el pregonero de la fiesta que comenzaría en cuanto se entregaran los premios que otorga el Ayuntamiento a calles y plazas, escaparates y cómo no, a la cruz ganadora de este año. Además del premio especial de Cervezas de Alhambra, que este año ha ido a parar a Granada Artística.

Salamanca ha redondeado históricamente la tradicional fiesta con un discurso que ha bañado a las decenas de asistentes que colmaron el Ayuntamiento con dosis de sentimentalismo granadino. Toda una vida del periodista en torno a la celebración del 3 de mayo. Desde la infancia hasta su participación en las cofradías y hermandades a quienes ha felicitado por su contribución a la fijación de las costumbres. De eso va este día, de abrir un agujero de gusano entre la Granada del siglo XIX y la actual.

Desde los orígenes, con Maya, diosa de la primavera, hasta las urgencias de su niñez para poner los claveles en la cruz. Una fiesta que ha descrito como “popular” a cada momento y que recuerda roja “con papeles de seda”.

“Dicen que el hogar donde nacemos marca para toda la vida”, ha aseverado un hombre que ha “rescatado en los archivos de la memoria” toda una vida en el 3 de mayo y a cada uno de los barrios de una ciudad “encantada” a la que ha invitado a visitar palmo a palmo y callejuela a callejuela. El callejero del 3 mayo por barrios y plazas en una ciudad que, ha dicho, “está más guapa que nunca”.

Ha comentado también que “hay muchas críticas de mucho sectores” a esta ciudad que “hablan de Granada como si todo estuviera mal” pero que pese a todo eso, están en manos de los granadinos “que sea lo que queramos que sea”. Entonces volvió el tema del botellón que durante años ha relegado el folclore de la fiesta a un segundo plano y ha reiterado: depende de los granadinos “que no sea la ciudad del botellón si no de la tradición y la cultura”.

Un largo alegato de amor a su ciudad y sus gentes que al finalizar, ya colmaban la plaza del Carmen en torno a la improvisada pero muy digna Cruz tradicional que sustituyó a la accidentada.

Pasaban los minutos y conforme se acercaban las 14 y 15 horas, las calles del centro, Realejo y Albaicín, se llenaban de granadinos que tras acabar su jornada laboral se lanzaban a la calle para celebrar un día icónico en la ciudad.

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