Tres días en el Coso con sabor a cumpleaños

El restaurante celebra su quinto aniversario con un menú especial que podrá pobrarse hasta el domingo

Tres días en el Coso con sabor a cumpleaños
Alba Rodríguez

Granada, 26 de octubre 2018 - 02:41

El restaurante el Coso, que ocupa parte de la planta baja de la Plaza de Toros de Granada en un espectacular salón, que lejos de 'neoreplanteamientos' de la decoración de interiores, casa perfectamente con el modus vivendi del restaurante, tanto que si al fondo se abriera una puerta que diera a la arena formaría parte irreconocible del medio ambiente del local.

El restaurante que lejos de esconder, exhibe con opulencia su gusto por lo taurino y los valores gastronómicos que se le atribuyen subconscientemente. Su carta, siempre instalada en la tradición y en la búsqueda de los productos frescos y locales, cuenta estos días con cuatro platos protagonistas de excepción. El restaurante cumple sus primeros cinco años de vida y lo celebra entre ollas y sacando galones: desde ayer y hasta el próximo domingo, día 28, ofrecen un menú especial de celebración de su efeméride.

En este brindis por seguir promocionando su marca como uno de los restaurantes con más caché de la ciudad -su privilegiada ubicación lo atestigua- han lanzado un menú sencillo, sabroso y contundente que consta de cuatro platos y postre por un precio de 29 euros por persona con la bebida incluida.

Lo primero en aparecer sobre la mesa es un aperitivo llamado Blini de naranja a la granadina con pato y aire de miel, un primer bocado sobre un pequeño redondel de crepe que refresca la boca y excita al paladar de cara al segundo plato. Éste es un entrante vaporoso al paladeo, una ensalada encurtida de bacalao con verduritas. Un plato que pierde ligereza respecto al anterior -en este menú cada bocado coge un grado más de contundencia- en el que lo más destacable, además del sabor perfecto de sal del bacalao, es la combinación del sabor avinagrado del encurtido con la base de puré de patata.

El plato principal es algo ortodoxo, secular y que disfruta de la belleza de lo simple: un arroz caldoso campero en el que la reina no es la carne sino el fuerte sabor de las verduras que relata la cocción lenta de la base del plato.

Y para cerrar la faena llega el postre, una cúpula de chocolate blanco rellena de leche frita y crema de arroz con leche. Un remate breve que no llega a empalagar pese a su composición. El chocolate blanco, de tacto al paladar siempre más austero que otros, combina con el dulzor de una leche frita original. La crema de arroz con leche no es especialmente perceptible pese a que hace de cemento perfecto del resto de ingredientes.

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