La preciosa aldea de Granada donde 100 familias trabajan la agricultura y ganadería ecológica como hace un siglo
Rejano es un "oasis" de tierras verdes y fértiles entre montañas de gran valor ambiental y paisajístico
La aldea de sierra de Granada donde el reloj se paró en los años 60 y ahora ha sido recuperada por sus antiguos vecinos: así vive la Rambla del Agua
Un centenar de familias diseminadas a lo largo del valle fluvial son los vecinos de una aldea de la Sierra de Baza que pocos conocen, salvo los habitantes cercanos, pese a la belleza que lo rodea y su historia posiblemente milenaria como demuestran "los numerosos yacimientos arqueológicos que se han estudiado y localizado en la zona, datados en la Edad del Bronce", documentan desde Proyecto Sierra de Baza sobre Rejano.
Un oasis entre montañas
En esta preciosa zona agrícola dominada por el verdor de la proximidad del arroyo del Balax, el viajero encuentra un paraje fértil y verde "a modo de auténtico oasis destaca entre los terrenos de las elevaciones montañosas que delimitan el valle fluvial".
A Rejano se llega por la carretera comarcal de Baza-Huércal Overa y sus vecinos siguen dándole el mismo cariño a la tierra que sus antepasados. Se trata de una "peculiar zona de agricultura y ganadería ecológica, donde se cultivan con primor los numerosos bancales que adornan el paisaje", subrayan desde la entidad bastetana.
Iglesia mudéjar de Rejano
Las familias que viven en esta aldea situada en el límite con la provincia de Almería y en la periferia de Sierra de Baza principalmente se encuentran concentradas cerca de la iglesia de San Antonio de Padua, del siglo XIX, de estilo mudéjar y "levantada sobre una planta con coro al fondo y sobre uno de sus laterales una torre con campanario".
Aunque algo aislada, este núcleo poblacional cuenta con electricidad, teléfono, agua potable y demás servicios modernos y dando un paseo por sus pocas calles el viajero constata que está muy bien cuidada y conservada, indica la entidad.
Matanza y fiestas mayores
Rejano encuentra sus días grandes en la época de matanza, en diciembre y enero, momentos en los que los vecinos comparten en comunidad, así como sucede en junio, con la llegada de sus fiestas populares en honor a San Antonio de Padua, "en la que adquiere especial protagonismo las Fiestas de Moros y Cristianos, las que si bien se perdieron en 1963, fueron posteriormente recuperadas por los vecinos en el año 1999, manteniéndose en la actualidad".
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