Granada esconde muchos tesoros culturales que han sido heredados con los años. Es característico, cuando se viaja a la tierra de la Alhambra, que uno de los recuerdos que se pueden adquirir sean unas cajitas con unas ornamentaciones muy singulares. La técnica usada para elaborar este souvenir es la taracea.

Su nombre proviene de la palabra árabe Tar´sia, que significa literalmente incrustación. Así es como se trabajan estos objetos, mediante la incrustación de distintos materiales en un elemento principal de madera.

Sus orígenes se remontan a más de cuatro mil años, en Mesopotamia. De aquí fue saltando por distintas culturas hasta llegar al Imperio Romano. Cuando el imperio despareció, este tipo de artesanía acabó desapareciendo. Siglos después los árabes volvieron a difundir estos trabajos de artesanía por los distintos territorios que conquistaban. Así, en el siglo catorce acabó implantándose en Granada.

De esta forma, cajas, bandejas, sillones y diferentes muebles eran construidos con esta decoración. Una clara representación de esta artesanía de época se puede encontrar en varios elementos decorativos y puertas de la Alhambra.

Distintos patrones que se consigue en la taracea

La técnica no tiene gran dificultad de entendimiento, pues se trata de cortar y pegar las piezas en una base. Todo el mérito reside en el diseño que cada uno sea capaz de elaborar y los tipos de materiales usados. Lo que sí hay que tener en cuenta es que los ornamentos se componen de muchas piezas, con lo que habrá que tener paciencia en su colocación, ya que requiere algo de tiempo terminarlo.

Lo más común es formar estrellas o figuras con distintos minerales y colores para al final acabar plasmando un mosaico geométrico. En ocasiones el trabajo realizado crea figuras realmente hipnotizadoras.

Hoy día se pueden encontrar muchos objetos con esta decoración. Es común poder adquirir estuches o tableros en las tiendas que están cercanas a Plaza Bib-Rambla o por la Alcaicería de Granada.