público y privado

María Escudero

Despotismo a la granadina

LA mayoría absoluta alcanzada por los populares en las elecciones locales que les ha supuesto mantener el gobierno de la capital y ganar la Diputación constituye un peligro para la convivencia democrática en Granada. El PP de Granada ejerce su poder de forma absolutamente despótica, aunque sea una redundancia, lo hace con la oposición a la que impide realizar su tarea legítima, pero aún peor, lo hace permanentemente con la ciudadanía de Granada a la que debería servir.

Usan y aplican un despotismo no ilustrado, ya nos gustaría que al menos bebieran de las fuentes de la Ilustración, ellos en su "todo para el pueblo pero sin el pueblo", pero sin guiarse ni por la razón y mucho menos por la división de poderes. Me temo que Montesquieu no está entre sus inspiradores.

Existe un abuso de poder y hasta de la fuerza en el trato con los demás, ya sean estas personas individuales, oponentes políticos, vecinos o colectivos. Los acontecimientos en torno al cierre de la Biblioteca de la Plaza de las Palomas sirven como genuino ejemplo de cómo se las gastan: la cierran sin anunciarlo ni consultarlo, niegan a los vecinos el dialogo que estos le reclaman, ignoran y desprecian a quienes no piensan como ellos haciendo caso omiso a las más de diez mil firmas y al apoyo decidido a la reapertura de la biblioteca de numerosos colectivos y personas, algunas muy representativas de la cultura y las artes de la ciudad.

Por soberbia y cobardía enviaron a la Policía Local a resolver un conflicto que ellos habían generado y que sólo consiguieron agravar con sus desafortunadas actuaciones. Pero lo peor quizás haya sido acusar de politización a quienes en el pleno ejercicio de su ciudadanía reclaman a sus gobernantes su derecho a la cultura. Por eso no merecen representar a quienes desprecian, no están a la altura de lo que se espera de los responsables políticos en una democracia avanzada como la nuestra.

Resulta muy curioso cómo entienden las reglas del juego democrático jactándose de su mayoría y aplastando con ella a quienes no son como ellos, llamando insolidarios a unos vecinos porque exigen lo que les corresponde para de paso crear disputas entre los barrios (Zaidín contra Beiro en relación a la biblioteca), o cambiando las normas como es el caso del Patronato Provincial Federico García Lorca para ejercer un control absoluto sobre las decisiones.

La grandeza de la democracia es la capacidad de atender a las minorías, pero es iluso pensar que quienes no conocen que el pacto social es un pacto de respeto mutuo entre el gobernante y los gobernados, y las leyes el resultado de la voluntad general, sean capaces de administrar semejantes sutilezas, para eso tendrán que leer a Rouseau.

Además ante la falta de argumentos políticos con los que rebatir acuden sistemáticamente al insulto y a los ataques personales con la intención de amenazar a quien disiente. Pretenden dar miedo…y lo consiguen. Intentan callarnos, pero no lo lograran.

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