TODOS, la ciudadanía catalana y la ciudadanía española, sus representantes y las fuerzas políticas, estamos emplazados a resolver lo que Cataluña plantea respecto al Estado español. Así era antes del pasado domingo -9N- y así es después de que más de dos millones de personas participaran en Cataluña en la convocatoria para expresar mediante votación sin validez jurídica, sino como acto de la libertad de expresión, su opinión respecto al futuro de esa comunidad respecto al Estado español. El resultado arrojado, puesto que los sectores más movilizados en torno a esa convocatoria eran los del nacionalismo soberanista, es de un 80% de votos a favor de la independencia. Si eso se extrapola a lo que pudiera ser una consulta con validez jurídico-política tendríamos un 35 o quizá hasta un 40% de apoyo a la opción independentista. En cualquier caso, todo ello tendrá que explicitarse cuando proceda. Es insoslayable una consulta legal en Cataluña, si se quiere encauzar políticamente la tensión acumulada.

La situación de conflicto generada, que agrava la crisis institucional del Estado español, no se resuelve ni desde la parálisis gubernamental, ni por vía judicial. De suyo, se ha argumentado de manera consistente que no se debía haber metido al Tribunal Constitucional a pronunciarse sobre unas actuaciones políticas emprendidas desde el supuesto de que no tenían validez jurídica al no ser una consulta legal. También es cierto que no procede tensar la cuerda por el lado de un independentismo encarrilado por los cauces de una precipitación muy desconsiderada en cuanto a consecuencias de una secesión al margen de la legalidad. Siendo así, es pertinente insistir en el diálogo con las miras puestas en una reforma constitucional en serio para avanzar hacia un Estado plurinacional. Para saber qué hacer es necesario realizar antes la consulta legal pendiente para que la ciudadanía catalana se exprese, y después, claro está, referéndum para que la ciudadanía española se pronuncie. Estamos emplazados a ello. No hay mucho tiempo: los plazos corren. Will Kymlicka, reputado especialista en federalismo, reconoce que ante tensiones nacionalistas la propuesta federalista muchas veces llega tarde. Son muchos los que lo dicen en Cataluña. Pero no somos pocos los que nos resistimos a esa conclusión. Y queremos convencer de que el futuro de nuestro Estado pasa por el federalismo plurinacional.