Cajón de sastre

Francisco González / García

Fútbol de otro mundo

30 de diciembre 2014 - 01:00

EN estos días hay muchos partidos amistosos de fútbol, empero yo quisiera comentarles los gestos de otro partido. Me refiero a la presencia del heredero de la corona de Marruecos, el príncipe Moulay Hassan, en un partido reciente. Los campeones de Europa y de Sudamérica posaron en exclusiva con él (o para él), momentos antes de empezar el partido final de la Intercontinental, rebautizada como Mundial de Clubs. Hasta me pareció que los argentinos tuvieron que volver a formar para la foto con el príncipe, perdón, del Príncipe.

Luego llegué a ver la silla dorada y con terciopelo rojo donde se sentaba, presidiendo el partido. Y al final, en la entrega de los títulos, todos los jugadores saludaron en primer lugar al príncipe Moulay Hassan, futuro rey, y él mismo hizo la entrega de la copa al capitán del equipo ganador. Todo era de otro mundo.

Un chaval, perdone su alteza por la confianza, rodeado de las estrellas del otro mundo, de las superestrellas CR7 y adláteres. Y el Príncipe mandando por delegación de su padre, el Rey, que para eso Marruecos ha acogido este torneo; aunque al tiempo se haya negado a organizar la Copa de África. De otro mundo casi quince mil marroquíes con banderas de España animando al equipo de la capital del país que les roba algunas ciudades del norte de África. De otro mundo que en Marruecos se reúnan casi diez mil argentinos. ¿Cómo lo hacen para estar en todas partes con la crisis permanente de su país? ¿Les subvenciona la presidenta Cristina? De otro mundo los Villar, Blatter, Platini y demás dirigentes futboleros que se sentaban en el palco y que ya saben se caracterizan por una toma de decisiones absolutamente limpia y bañada por el petróleo y el gas de los próximos organizadores de los mundiales de fútbol.

Del otro lado del mundo, de Sudamérica, he leído alguna crónica sorprendida por el protagonismo del chaval, perdón, del Príncipe. Claro que no iban a comentar las patadas que dieron sus jugadores, patadas a los contrarios, no al balón.

Y de este lado ya no hay que sorprenderse y menos en España. No nos sorprende siquiera que en algunos partidos donde se juega el trofeo con el nombre del Rey, se pite y abuchee al susodicho y al mismo himno nacional. ¿Se imaginan que a la Princesa de Asturias le diera por querer fotografiarse con según que equipos en una final presidida por su papá? Mejor sea que no le guste el fútbol, al menos el de este mundo. Vale.

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