Quosque tamdem

luis Chacón

Jueguecitos medievales

HUBO un tiempo en el que a los gobernantes bisoños se les aconsejaba leer El Príncipe de Maquiavelo que dicen que inspiró nuestro Fernando el Católico para que aprendieran unas cuantas verdades sobre el poder y su ejercicio. En el mundo anglosajón, a cualquier gentleman educado en Cambridge o en Oxford le bastaba con disfrutar del teatro de Shakespeare para entender la complejidad de la política. Pues si Hamlet es la duda, Ricardo III es la crueldad, Macbeth la traición y el gran Enrique V el liderazgo, plasmado con inusual belleza en su arenga del día de san Crispín, horas antes de la gloriosa jornada de Agincourt.

Y si el cine fue el gran medio propagandístico del siglo XX, fuera para ensalzar la revolución comunista con El Acorazado Potemkin o la libertad y la democracia en la emotiva escena de Casablanca donde un nutrido grupo de exiliados y perseguidos -en la ficción y en la realidad- acallan a unos cuantos nazis bravucones entonando La Marsellesa, parece lógico que en la era digital los referentes sean las series de televisión.

Confieso que no he visto Juego de tronos pero me parece poco hábil por parte del señor Iglesias regalarle a un descendiente de Hugo Capeto, una serie cuyo argumento parece ser que gira en torno a la traición, las rencillas familiares y la lucha por el poder, teniendo en cuenta que durante el último milenio los Borbones han ganado y perdido un buen puñado de coronas utilizando la fuerza militar, el matrimonio por interés, la conspiración sibilina, la suerte o el cambio de religión plasmado en el cínico "París bien vale una misa" de Le bon roi Henri. Y menos aún, cuando los Borbones de España, expulsados y repuestos en el trono hasta tres veces, tienen entre sus filas a tipos de la calaña de Fernando VII, traidor, perjuro y criminal a quien la incuria de un pueblo bienintencionado y lerdo llamó el Deseado.

Si el objetivo es profundizar en la democracia y en el respeto a las libertades individuales, no parece sensato tomar como guía de gobierno una fantasía medieval plagada de crímenes y abusos de poder. Pero creo que lo único que buscaba el líder de Podemos fue lo que consiguió, el ruido mediático y propagandístico de mil y una portadas y que los telediarios abrieran con su imagen meliflua y sonriente entregando al rey la cajita de los deuvedés que al menos y dada su aversión al mercado, no consta que se bajara en plan pirata de internet.

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