Mar adentro

milena Rodríguez / gutiérrez

Sí se puede

NO se sabe qué sucederá más tarde, que España tenga un gobierno que no esté en funciones (no sé por qué le llaman "en funciones" a un gobierno disfuncional) o que en Granada haya un Centro Lorca que merezca el nombre y el dinero gastado. Mientras el piso de La Zarzuela se ensucia con visitas continuas que desfilan una y otra vez sin saber muy bien para qué (ni nosotros tampoco), el suelo del Centro Lorca se mantiene limpísimo, impoluto, sin recibir apenas visitantes ni ya, tampoco, curiosos.

Quizás el Ayuntamiento podría ceder el Centro Lorca para las rondas de consultas para la investidura presidencial. Así se daría algún uso a un fantástico y fantasmático edificio que ahora no sirve para nada y Granada podría sentirse, para variar, una ciudad importante. Las rondas de consultas, si se extienden en el tiempo, como parece va a ocurrir, atraerán sin duda al turismo. (Pasar del turismo cultural al político no tiene por qué ser negativo; al contrario). Seguro, además, que en la ahora vacía e inútil cámara acorazada del Centro Lorca hay sitio suficiente para acomodar los papeles de los diputados e, incluso, los pañales del bebé de Bescansa. Los 350 diputados caben también en el teatro de 410 butacas, donde podrían, si les surgiera ese extravagante deseo, reunirse y hablar. (Nada mejor que un teatro fantasma para un parlamento ídem).

Mientras transcurren las conversaciones (es un decir), el alcalde podría hacer gestiones para ofrecer a Pablo Iglesias, si se queda finalmente sin la Vicepresidencia y los Ministerios, la dirección del Centro Lorca. Es cierto que su programación podría no ser muy ortodoxa, pero, después de todo, mejor tener alguna sólida que la exigua de un instante. Y alguna gente (hay gente para todo) preferirá los movidos debates sobre los insufribles discursos de Chávez y Maduro a escuchar el continuo, amargo e insistente silencio del Centro Lorca. De paso, quizás los contactos de Iglesias con Maduro podrían conseguir algún consejo del antiguo conductor de autobuses para mejorar el tercermundista y casi venezolano transporte público granadino. En cualquier caso, creo que el partido de Iglesias y el que gobierna Granada podrán entenderse muy bien. Un partido que piensa que debe votarse en asamblea qué es arte no tendrá muchas discrepancias con otro que ha decidido que la rara sustancia llamada arte se compone de tres elementos: cofradías, tapas y vacío.

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