Editorial

Abengoa, luz al final del túnel

TRAS unas semanas de incertidumbre, Abengoa ha presentado al fin un plan de viabilidad en el que se descartan los recortes drásticos de plantilla y salarios dentro de España, lo cual no deja de ser una buena noticia pese a la difícil situación que vive una de las principales industrias andaluzas. Antes que nada, habría que alabar la serenidad con la que está actuando la dirección de la compañía, aunque se ha echado en falta una mayor información a la sociedad y a sus propios trabajadores, los cuales han vivido duros momentos de incertidumbre respecto a su futuro laboral que podrían haber sido evitados con una política de comunicación más abierta.

Queda claro que Abengoa no necesita, tras el plan operativo, un socio industrial. Conocen muy bien el negocio de ingeniería y de construcción, lo cual se demuestra en la cartera de adjudicaciones que tenía en septiembre. Además, el problema de obtener la financiación que va a necesitar para seguir en funcionamiento se reduce si se tiene en cuenta que la nueva y reducida Abengoa no necesitará invertir, con lo cual quizá bastaría con reactivar las líneas de crédito ahora bloqueadas.

En este sentido, sería defendible un apoyo financiero público al plan de viabilidad, si fuese necesario y si éste es aprobado finalmente por el juez. Empresas como Abengoa Research son un valor por sí mismas y sería una auténtica gran pérdida que no continuasen, porque trasciende, y mucho, del mero empleo que genera.

Además, hay que tener muy claro que si se evita el concurso, España estará mandando una potente señal al mundo sobre el funcionamiento de su legislación concursal. Lo que se valora en el exterior no es si hay o no concursos de empresas significativas, sino el tiempo en que éstos se resuelven o se evitan. Abengoa no es sólo un problema de Andalucía, sino del conjunto de la nación.

Podemos y debemos aspirar, con razonable optimismo, a conservar una gran empresa de ingeniería y gran parte del talento humano que la compone. Ya hemos señalado la gran pérdida económica, social, tecnológica e, incluso, cultural que supondría para Andalucía el fracaso de Abengoa, uno de los proyectos empresariales más importantes de la historia de Andalucía. Es cierto que el plan de viabilidad supone en parte renunciar a algunos de los proyectos y la filosofía que hicieron de esta empresa una referencia mundial en las energías limpias y alternativas, pero no son estos momentos de lamentaciones. Lo importante es que se empieza a ver luz al final del túnel.

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