Mar adentro

milena Rodríguez / gutiérrez

Cervantes y Darío

2016, el llamado año Cervantes, tiene, por fin, un programa oficial. Lo anunciaba ayer, 9 de febrero, con evidente retraso, el gobierno en funciones. Lo hacía pocas semanas después de la polémica producida a raíz de las duras críticas que realizaran la Real Academia Española, el Instituto Cervantes y numerosos escritores, ante la lentitud e inacción de la Comisión Nacional creada para coordinar las actividades en torno a una de las fechas más significativas para la literatura y la lengua españolas, el IV Centenario de la muerte del autor del Quijote. En unas declaraciones a El País, Javier Cercas llegó a sugerir que los ingleses se quedaran a Cervantes; "lo tratarán mejor", decía.

Se ha conocido estos días una nueva polémica en el mundo de las letras, ahora del otro lado del atlántico. En este caso, en torno a la figura de Rubén Darío, pues en 2016 (este año debería ser una gran fiesta para las letras en lengua española) se cumple el primer centenario de su muerte. Son los poetas y escritores nicaragüenses los que protestan por la grosera manipulación gubernamental del autor de Cantos de vida y esperanza. El gobierno de Daniel Ortega publicó un decreto en homenaje a Darío, decreto que ha sido cuestionado por la utilización política que se hace de la figura del poeta, pero también por su lenguaje cursi y por sus faltas de ortografía. Una de las líneas del documento, escrito por Rosario Murillo, la todopoderosa mujer de Daniel Ortega, dice lo siguiente: "Honramos a Darío en su Plenitud Creciente, en el Reconocimiento de nosotr@s, cada un@, como Seres Humanos lúcidos y capaces de cincelar cada Triunfo en la marcha incesante contra la Pobreza". Una periodista nicaragüense pedía perdón a Darío y comentaba: "Mas le habría valido quedarse para siempre como migrante y morirse en una playa de Grecia, en Lesbos, emborrachándose con centauros y persiguiendo ninfas y platicando y compartiendo entremeses con las diosas del Olimpo".

Cervantes a Inglaterra y Darío a Grecia. Coinciden en España y en Nicaragua. Y sí, tal vez deberíamos donar todo el patrimonio hispánico al resto de la humanidad. Allí donde no lleguen las garras de la desidia o de la manipulación política de los gobernantes de nuestro mundo hispánico; unos gobernantes de derecha o de izquierda (¿importa algo?), que curiosamente suelen coincidir en carecer de toda sensibilidad hacia nuestra literatura y nuestra cultura.

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