Quosque tamdem

luis Chacón

Ya pagará el que venga

DECÍAN las abuelas que los niños venían con un pan debajo del brazo. Ahora, como estamos tan superferolíticos, supongo que los padres dirán si prefieren que sea de espelta, centeno o maíz, o se les dará a elegir entre toda la panoplia de variedades que nos ofrecen los hornos y panaderías. Pero lo que no saben los tiernos neonatos es que a cambio de la hogaza les van a endosar unos 23.000 euros de deuda, a pagar en cómodos plazos que van desde que se inscriba su nacimiento en Registro Civil hasta que algún probo funcionario cierre la hoja certificando su defunción.

La Deuda Pública española ya es mayor que nuestro PIB. Esa línea roja que parecía imposible de superar y con la que llevábamos coqueteando demasiado tiempo se sobrepasó en febrero. Es cierto, como clama airado el PSOE que el gobierno de Rajoy nos ha endeudado en 300 mil millones de euros durante la pasada legislatura. Tan cierto como lo que oculta tramposamente. Que el segundo mandato de Zapatero generó una deuda de idéntica magnitud. Me gustaría saber a qué llaman nuestros políticos austeridad y contención del déficit. Si existiera la primera, no aparecería el segundo y no sería necesario financiarlo a costa del esfuerzo de toda una sociedad obligada a mantener una clase dirigente tan insolente con el votante como condescendiente con los corruptos y sobre todo, profundamente ineficiente.

Esta obsesión por el gasto público y el endeudamiento nos hace volver a la célebre frase de Hayek: "Estamos gobernados por socialistas de todos los partidos". ¿Qué más da endeudarse si lo van a pagar otros? El problema es que el panorama se vuelve aterrador si escuchamos como la nueva izquierda -lo de nueva suena a chanza de instituto- confía el crecimiento económico a más gasto público y más deuda. Invertir no es gastar y el presupuesto no puede ser una lista de graciosas donaciones a sectores ineficientes repartidas por un hiperestado ineficaz, personificado en centenares de instituciones inútiles gestionadas por fieles del partido, sin formación ni capacidad gestora. A este ritmo, el presupuesto sólo será intereses y deuda. Basta mirar a Japón cuyo endeudamiento supera el 240% del PIB, que dedica, en plena era de tipos de interés casi nulos, el 22% de su presupuesto sólo a pagar intereses. Quizá algún día habrá que recordar a quienes ahora sólo luchan por mantener su escaño que contra el vicio de pedir está la virtud de no dar.

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