José Miguel Bolívar

Haydn le gusta a las palomas

El recital de ayer en la Chancillería del jovencísimo pianista de Gijón Martín García García, que sólo tiene 12 años, concitó incluso la atención del público alado

Sólo los aleteos imprevistos de una pareja de palomas que se apuntaron al recital del joven pianista Martín García García en la Real Chancillería a última hora, interrumpieron el ceremonioso silencio que reinaba en la primera parte del recital de anoche, destacado en el programa del FEX.

Destacado sobre todo por la edad del concertista en cuestión -12 años- llamaba mucho la atención a priori pero al ver su rotunda presencia en el escenario y después de la inicial sorpresa por su tamaño en relación al piano de cola, la perfecta ejecución hacía olvidar toda condición juvenil. La pareja de aves, por su parte se seguían una a otra por la cornisa, en pasos cortos, en una especie de cortejo a ritmo de minueto con la Sonata de Haydn. Por momentos parecía que las palomas estaban ahí puestas por la organización porque emprendía el vuelo justo al comienzo del allegro como si estuviera todo dentro de una coreografía. En ningún momento, consiguieron perturbar la concentración del joven García García, a pesar de que estaban posadas justo encima de su cabeza y un par de veces estuvieron a punto de posarse en el propio piano. Varios vuelos sin aterrizaje desde la balaustrada de columnas jónicas del Patio de la Chancillería hasta la fuente central, situada entre las dieciseis filas de sillas. No llegaban a posarse en la fuente quizá porque había demasiadas cabezas alrededor y algún que otro amanazante abanico, y daban media vuelta en el aire y de nuevo, a la cornisa. Con el Carnaval de Schumman, llegó una tercera paloma y desinhibió a la pareja. Todas a una se metieron en el agua. Con la rotundo y precisa ejecución en el final de la Marcha de los confederados de David contra los filisteos, de la obra de Schumman, el público rompió en aplausos y Martín saludó, mirando atentamente a su padre y con una sonrisa e hizo una pausa. Su madre, sentada entre el público, se marchó con él, dejando libre la silla que estaba al lado de su marido José María García Marina. ¿Ha cometido algún fallo el chico en la primera parte? "Ninguno. Ha sido perfecto. El carnaval de Schumman es muy dificil, incluso para adultos y ha sido perfecto". En un par de minutos, nos cuenta que Martín acaba de terminarse Crimen y Castigo de Dostoievski, que no usa internet, no le gusta la televisión, ni la PlayStation. ¿La vocación? "Heredada de su hermano. Se llevan 7 años. El mayor ya lo ha dejado. Estudia Derecho. Martín empezó a tocar con 5", cuenta José María. En casa hay dos pianos, uno para cada uno y el pequeño ensaya 4 horas diarias. ¿Nunca hace una trastada? "Sí, claro, pero son demasiado pensadas. Me dan más miedo quizá por eso. No sabría decirte... Es capaz de reducir un concierto de una hora y hacerlo en 40 minutos sin que te des cuenta. Cosas así", dice el padre del joven virtuoso. Empieza la segunda parte, la madre vuelve a su sitio y los primeros compases del Sueño de amor de Liszt acompañan el cambio de color del cielo. Después, una ovación cerrada "como nunca se había visto en el FEX" según le dijeron los organizadores al padre y Martín firmando autógrafos. Las palomas ya estarían en el nido.

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