DESDE el programa Protagonistas de Luis del Olmo se emitía un espacio denominado Debate sobre el Estado de la Nación. Lo protagonizaban, entre otros, Luis Sánchez Polack (Tip), José Luis Coll (Coll), Alfonso Ussía, Antonio Ozores, Chumy Chúmez y Antonio Mingote, que ejercían de polemistas de pacotilla, y que debatían sobre su peculiar y humorística visión del estado de la nación. El partido de Tip era el Partido Espaladín Dofton Mangalofa (o algo parecido), y el de Coll era el PIS, acrónimo del Partido Independiente Según. Todos nos hacían disfrutar con la chispeante burla que de un debate así podía esperarse, con inolvidables momentos de surrealismo sublime.

No es por poner nombres propios a la actualidad política de hoy en día, que la imaginación es libre, y el lector sabrá hacer con la suya lo que crea conveniente, pero no es difícil imaginar un remedo de ese debate y los partidos que lo conformaban con el que hoy nos ofrece quien manda en Andalucía; ellos, que se dicen orgullosos prebostes del rigor y la buena praxis. Nos parece chungo, de tebeo vaya, que la política de implantación de normas y leyes que ha emprendido el socialismo andaluz se haga según convenga, es decir, dependiendo de la fecha en la que nos vayamos a enfrentar a unas elecciones. A saber: los cánones que prevé la ley del agua para esta tierra, no estarán en vigor hasta después de mayo, que es justo el mes de las elecciones municipales; ni tampoco dejarán que sea vigente hasta ese mismo mes la ley que permitirá que nos claven unos céntimos por cada bolsa de plástico que nos den en el súper. Asimismo, sin empacho ni vergüenza que decore su hazaña, la Junta ha decidido dejar en suspenso, hasta mayo, los decretos de reordenación del sector público, que tantos pitos, con sus correspondientes efectos políticos, ha merecido por parte de los disciplinados funcionarios, que han gritado ¡basta ya!

Pero la tregua será hasta mayo. Ha nacido el principio jurídico socialí no universal, de la aplicación de las normas según el interés electoral del gobernante. Ellos han pensado que sí, que sus leyes son necesarias, pero que le estaban dando un balón de oxígeno a Javier Arenas, y una pesada maza a Griñán para terminar con la peligrosa debilidad que les reúne en San Telmo. Se estaban dando con una piedra en sus espinillas, y se han hecho daño. Fingen que sus normas son un objetivo de futuro, que piensan en todos nosotros, y quieren que aguantemos hasta que se retiren las urnas de mayo, para aminorar el batacazo y no alborotar la calma popular. Si temen el efecto urna de esas leyes, será porque no tienen la conciencia tranquila con su aplicación. Por su cobardía, las aplazan, pero no las derogan.

Estas cosas son las que consiguen que, a veces, los ciudadanos prefiramos el debate de Tip, Coll y compañía, al de los ínclitos gobernantes de esta tierra nuestra, sometida al engaño de estos aplazamientos a conveniencia partidaria.