Independencia

Lo contentos que estarán todos los profesores cuando reciben a esos niños y niñas, todos dispuestos a aprender

Por todos los dioses, antiguos y modernos, les prometo que no les voy hablar de lo que ustedes pueden creer al leer el título de este Cajón de Sastre. No, no va de eso que llena todos los artículos de opinión, tertulias, noticias y todo lo habido y por haber. No. Y ni siquiera voy a decir que no lo quiero decir, eso que creo llaman paralipsis.

Y sí, les voy hablar de la independencia. De la independencia que al parecer han adquirido los padres, madres, abuelos, abuelas, tíos, tías, primos y primas mayores, tutores y tutoras legales y todos y todas las personas, disculpen si me olvido de alguna figura, que desde el lunes 11 de septiembre ya no tienen que estar al cargo de los niños y niñas. Ya empezó el colegio. Y el instituto desde ayer.

Gracias le doy a Miki y Duarte por su genial viñeta de hace unos días que me inspiró estas líneas; luego me han llegado algunos chascarrillos vía redes sociales en que se repetía la misma idea. Lo tranquilos que al parecer se quedan algunos o muchos cuando los niños y niñas se van al colegio.

Es un tópico los llantos de los pequeños cuando tienen que dejar los brazos de papá o mamá o la abuela o el abuelo, etc. No estoy tan seguro que sea un tópico el reencuentro con los compañeros puesto que como los chavales tienen, y cada vez más pronto, eso que llaman móvil, a lo mismo se han tirado todo el verano hablándose, es un decir, con ellos. Hasta igual lo que quieren es no verlos, vayan ustedes a saber.

Puede que prefieran el virtual mundo que se imaginan por las redes, ese que les libera de la opresión de padres/madres, maestros/maestras, profesores/profesoras, etc., en definitiva de cualquier figura que les diga que hay cosas que deben hacerse y cosas que no, o que les recuerde que las normas están para cumplirlas aunque no les gusten. Y no sigamos por ahí que ya tenemos muchos ejemplos de esa cuestión.

Y llegados a este punto, me imagino lo contentos que estarán todos los maestros, maestras, profesores y profesoras cuando reciben a esos encantadores niños y niñas, todos dispuestos a aprender, obedecer y hacerse ciudadanos de futuro y provecho para nuestra nación de naciones. Tan contentos como aquella maestra de educación infantil que me comentaba lo que le decía una madre: "Es que yo no sé qué hacer con mi niño (que tenía 5 tiernos añitos)". Pues eso, que viva la independencia. Vale.

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