Quisquillas con denominación de origen
La quisquilla de Motril es un crustáceo muy pequeño pero un gran tesoro rosado de nuestras costas
Gallopedro, un pez ‘bíblico’
Siempre hemos mirado a la quisquilla de Motril como una tapa exquisita pero, más allá de su indudable valor gastronómico, este diminuto habitante marino esconde una fascinante biología y cumple un papel crucial en nuestros ecosistemas costeros.
Una anatomía perfecta en miniatura
La quisquilla de Motril es un artrópodo del Subfilo de los crustáceos (palabra que viene del latín ‘crusta’ costra o corteza y del sufijo ‘acea’ que indica pertenencia, semejanza y relación en las denominaciones taxonómicas de las especies); está dentro de la Clase de los malacostráceos (los de costra blanda) y pertenece al grupo de los decápodos, (diez patas) un Orden amplio y variado de especies que engloba a cangrejos y centollos, langostas, bogavantes, cigalas, gambas, langostinos, camarones…
El cuerpo de nuestra quisquilla es muy pequeño, generalmente entre 5 y 10 cm, (no en vano ‘quisquilia’ viene del latín y significa menudencia); está dividido en dos regiones principales: el cefalotórax (que es una fusión de la cabeza y el tórax) y el abdomen.

El cefalotórax está cubierto por un caparazón rígido llamado rostro, que se extiende hacia adelante en una especie de pico dentado, útil para la protección y la manipulación de alimentos. Aquí se encuentran los órganos sensoriales clave: ojos pedunculados: (que permiten una visión de 360 grados, fundamental para detectar depredadores y presas), antenas y anténulas (largas y filamentosas, que funcionan como órganos táctiles y quimiorreceptores, ayudándole a explorar su entorno y detectar la presencia de alimento), boca y apéndices bucales, estructuras especializadas en la trituración y manipulación de partículas alimenticias.
El abdomen es la parte posterior y segmentada del cuerpo, que culmina en la cola. Cada segmento posee pares de patas andadoras/nadadoras que, al moverse rítmicamente, le permiten desplazarse con agilidad en el agua. Los primeros pares de patas evolucionaron para formar una especie de pinzas. La cola termina en un telson y un par de urópodos, formando un abanico que le permite realizar rápidos movimientos de escape hacia atrás.
Hábitat y distribución: un hogar en las profundidades costeras

La quisquilla de Motril es una especie bentónica, lo que significa que vive asociada al fondo marino. Prefiere los sustratos blandos, como fondos de arena, fango o incluso detritos, donde puede enterrarse parcialmente para camuflarse y buscar alimento. Habita en un rango de profundidades que va desde aguas poco profundas (unos 50 metros) hasta los 800 metros. Las poblaciones más explotadas y con mayor interés pesquero se encuentran en las plataformas continentales y taludes superiores, donde las condiciones de temperatura, salinidad y disponibilidad de alimento son óptimas para su desarrollo. En la zona de Motril, la presencia de cañones submarinos y la confluencia de corrientes marinas contribuyen a crear un hábitat rico en nutrientes que favorece el crecimiento y la abundancia de esta especie. Su distribución geográfica se extiende por el Atlántico oriental y por todo el mar Mediterráneo.
Un futuro sostenible para nuestra quisquilla
La quisquilla de Motril es mucho más que un sabroso plato, es un indicador de la salud de nuestros fondos marinos y un recurso natural que debemos proteger. La investigación continua sobre su biología, ecología y población es esencial para garantizar una pesca sostenible y la conservación de esta especie tan valiosa para el ecosistema marino y la economía local.
Las quisquillas, una familia muy amplia.
Es muy común que la quisquilla de Motril se confunda con otras especies de crustáceos, tanto por su apariencia como por su denominación popular, que varía mucho según la zona geográfica.
El género Plesionika incluye varias especies muy similares morfológicamente, primas hermanas de nuestras quisquillas de Motril (Plesionika edwardsii) y que en ocasiones incluso comparten hábitat. Algunas de las más relevantes son:

• Plesionika narval (camarón narval): Es otra especie de quisquilla presente en el Mediterráneo y Atlántico. Puede ser difícil de distinguir de P. edwardsii a simple vista sin un conocimiento detallado de sus características morfológicas más sutiles (como la dentición del rostro o el número de espinas). A veces se la conoce como 'quisquilla' o 'camarón' en diferentes puertos.
• Plesionika martia (camarón marcial o de oro): También se encuentra en el Mediterráneo y Atlántico. Puede tener un aspecto similar, aunque a menudo es ligeramente más grande y puede presentar diferencias en la coloración.
• Plesionika heterocarpus (camarón flecha): Otra especie de tamaño y forma parecida, aunque con posibles variaciones en el color y el rostro.
Pero hay también otras muchas especies de pequeños crustáceos decápodos, que aunque están más alejadas taxonómicamente, y pertenecen a otras Familias diferentes, la terminología popular las incluye en el cajón común de quisquillas o camarones.

• Palaemon serratus (camarón común o de roca): Este es el "camarón" por excelencia que se encuentra en las zonas rocosas y de charcos de la costa. Es más pequeño que la quisquilla de Motril (normalmente 3-6 cm) y tiene un cuerpo más comprimido lateralmente y una cola más prolongada. Su color es más translúcido con tonalidades grisáceas o parduzcas, y su rostro es triangular y largo. Una vez cocido, el camarón común adquiere tonos rojizos más intensos. Es importante destacar que, aunque se les llame 'quisquillas' o 'camarones' a ambos, P. edwardsii es de la familia Pandalidae y Palaemon serratus de la familia Palaemonidae, lo que implica diferencias biológicas significativas.
• Crangon crangon (quisquilla gris o quisquilla de arena): Esta es la especie que muchos consideran la "quisquilla" original, aunque su calidad y sabor suelen ser considerados inferiores a los de Plesionika edwardsii. Es más pequeña, de un color gris azulado y con una cabeza más rectangular. A menudo se utiliza para caldos o fritos pequeños. Su pertenencia a otra Familia (Cangronidae) implica igualmente una separación de las caracteristicas biológicas.
• Otras quisquillas o camarones locales: En cada región o puerto pesquero, es posible que existan otras especies de pequeños crustáceos a los que se les dé el nombre genérico de quisquilla o camarón, lo que puede generar confusiones a nivel comercial y de consumidor ya que muchas especies han convergido evolutivamente dado que comparten hábitat y ecología.
Las principales claves para diferenciar nuestra quisquilla de Motril de otras especies parecidas son:
• Tamaño: La quisquilla de Motril es generalmente más grande que los camarones comunes o las quisquillas grises.
• Textura y sabor: La quisquilla de Motril es muy apreciada por su carne fina, jugosa y dulce, con una textura más suave que la de otras especies.
• Coloración: Presenta un color rosado característico, que se intensifica al cocer. En ocasiones la quisquilla de Motril puede tener finas bandas o manchas longitudinales en el caparazón. Tienen varias generaciones al año por lo que son frecuentes encontrarlas con sus huevas de un color azul cobalto intenso inconfundible en el vientre. Son precisamente estas huevas las que potencian su característico y valorado sabor “a gloria”, a decir de los orgullosos motrileños.
• Precio: Generalmente, la quisquilla de Motril tiene un precio superior a los camarones y otras quisquillas más comunes debido a su calidad y la complejidad y limitaciones de su captura.
Un manjar con denominación de origen
La quisquilla de Motril es una de las joyas gastronómicas más apreciadas de la Costa Tropical, famosa por su sabor delicado y su textura fina. Este marisco se ha convertido en un producto gourmet debido a su exclusividad y sabor único y ha ganado fama a nivel nacional e internacional. Cuenta con la distinción de Denominación de Origen Porotegida (DOP) que garantiza que es capturado en los caladeros de Motril y bajo unas condiciones específicas que aseguran su frescura y alta calidad. Con su característico color rosado y su carne tierna, la quisquilla de Motril es un manjar que no solo deleita a los paladares más exigentes, sino que también es una parte integral de la cultura pesquera de nuestra región.

Este distintivo de origen también sirve para evitar la competencia desleal y proteger el buen nombre de la quisquilla de Motril, diferenciándola de otras variedades de quisquilla que no alcanzan el mismo nivel de excelencia.
Nutricionalmente hablando, como el resto de mariscos, es un alimento con gran cantidad de proteínas de alto valor biológico, con un bajo contenido en grasas y también en calorías. Respecto a su aporte mineral son destacables en fósforo, yodo y sodio.
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