“Tras la huella del crimen”: el entrenamiento real de los futuros peritos forenses en Granada
Durante 25 horas, estudiantes y curiosos han pasado por laboratorios de criminalística y salas de análisis del Instituto Andaluz Interuniversitario de Criminología de la UGR
La cara extraordinaria de la Universidad de Granada
Monos blancos, nervios, armas de fuego, una mesa llena de proyectiles y microscopios que simulan una escena del crimen son algunos de los numerosos elementos con los que ha contado la sesión final del curso ‘Tras la huella del crimen. Iniciación a la criminalística forense’, que el Instituto Andaluz Interuniversitario de Criminología (IAIC) de la Universidad de Granada ha celebrado este sábado en el edificio Josefina Castro Vizoso.
Durante 25 horas de formación, repartidas entre jueves, viernes y sábado, los cerca de 30 participantes —divididos en tres grupos rotatorios— han pasado por laboratorios de criminalística y salas de análisis donde, por primera vez, han podido trabajar como auténticos peritos.
El boom del 'true crime'
La directora del IAIC, María José Jiménez, reconoce que el interés por la criminología “no ha dejado de crecer en los últimos años”, en parte gracias al auge del true crime. En esta edición los asistentes procedían de carreras como Derecho, Psicología o Criminología, además de participantes externos entre los que se encuentra una detective privado en ejercicio. Curiosamente, entre las 29 personas presentes este sábado, solo dos eran hombres, una tónica habitual según la organización.
La directora ha indicado a este diario que esta es la octava edición de una formación que, hasta 2020, era conocida como “CSI por un día”. Actualmente organizan dos cursos por año académico y las plazas se agotan con rapidez.
El Instituto Andaluz Interuniversitario de Criminología es un centro de investigación científica, técnica y de especialización en el campo de las disciplinas criminológicas, penales, penitenciarias y político-criminales.
Uno de los encargados de impartir las sesiones de esta edición ha sido Sergio Fernández, biólogo molecular y criminalista, quien se ha ocupado de guiar a los alumnos en la inspección ocular. Desde el inicio ha querido desmontar la visión televisiva del trabajo forense: "En las series todo se resuelve en 30 minutos y con una iluminación perfecta. En la realidad, un especialista solo en huellas tarda años en formarse".
Explica que lo primero que se realiza no es recoger pruebas, sino la inspección ocular, una labor extremadamente técnica donde se documenta todo antes de tocar elemento alguno.
En cuanto al error habitual que aparece tanto en cine como televisión, otro de los expertos advierte a los presentes que "en películas se ve al policía coger un arma con un pañuelo y guardársela en el bolsillo. Solo con ese gesto ya se habrían destruido todas las huellas útiles".
Un laboratorio docente
El curso permite a los alumnos moverse por cuatro espacios diferenciados:
Los más destacados son, en primer lugar, el laboratorio de criminalística, donde se trabaja con indicios como huellas, proyectiles, embalajes o restos biológicos.
El más llamativo es el laboratorio de "escena del crimen", que simula un domicilio con dos maniquíes que han sufrido heridas de arma blanca y arma de fuego. Los presentes han tenido la oportunidad de observar manchas de sangre, marcas de bala en las paredes y moverse con libertad en una estancia marcada por el desorden habitual de estas trágicas escenas.
En esta ubicación los estudiantes y curiosos han practicado cómo se etiqueta y registran los distintos indicios para reunir todas las pruebas posibles y así elaborar un organigrama que les acerque a una resolución exitosa del suceso ficticio.
Entre las herramientas que aprenden a utilizar está Eyescloud, un sistema participado por la productora cinematográfica granadina, Rokyn Animation, que genera reconstrucciones tridimensionales de la escena. Fernández asegura que "con una reconstrucción 3D podemos volver a ella en cualquier momento, analizar alturas, distancias o trayectorias y explicar si algo es posible o no".
La directora del IAIC asegura que la UGR es una de las universidades pioneras en introducir esta tecnología en la docencia forense.
Vocación en el laboratorio
Entre los alumnos hay perfiles muy distintos, pero todos comparten la misma curiosidad e ilusión cuando se visten con el mono forense, se asoman a los diferentes microscopios y pantallas o tratan de dilucidar sobre la autenticidad de un billete o firma.
Martina, estudiante de Derecho de primer curso, asegura a Granada Hoy que llegó movida por las series de criminología: "Me interesaba desde siempre, pero quería saber cómo es de verdad. No me esperaba ver imágenes tan impactantes, pero me parece superinteresante. Esto me está ayudando a decidir si quiero orientar mi carrera hacia aquí".
También han participado madre e hija, ambas llamadas Libertad, una futura criminóloga y una detective privada en activo. Para ellas, el curso cubre huecos de la formación oficial. "Aquí vemos cosas que en la carrera no aparecen. La dactiloscopia, la balística… En la práctica es donde de verdad entiendes lo aprendido", asegura la más joven.
Ambas coinciden en que la parte más compleja ha sido la grafística y documentoscopia, pero creen que esta base es esencial para especializarse.
Los profesores han confirmado que la demanda de formación en ciencias forenses no deja de crecer, especialmente entre perfiles jóvenes atraídos por la mezcla de ciencia aplicada, investigación y justicia. Para atender ese interés, el IAIC ya prepara una nueva edición para marzo o abril.
De esta forma, los alumnos han abandonado este laboratorio docente con algo más que fotografías de indicios o huellas reveladas, pues se van con la certeza de haber visto, sin efectos especiales, cómo trabajan realmente aquellos que están “tras la huella del crimen”.
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