Cultura

América Latina tiene la iniciativa

  • Sorprende la juventud de la mayor parte de directores de las películas procedentes de Latinoamérica presentes en el festival y el poco presupuesto con el que cuentan

Son muy jóvenes. Algunos ni llegan a los 30 años y ya andan trabajando en su tercer largometraje. Los directores latinoamericanos que llegan al Festival de Cine de Málaga lo hacen con la fuerza, la frescura y la originalidad que les permite una industria cinematográfica que en sus países de origen ni es industria. Con cierto apoyo público pero bajos presupuestos; y con ganas de explorar nuevos caminos, de alejarse de las vías tradicionales. Algo que les vale para recorrerse el mundo de festival en festival por America Latina, Estados Unidos y Europa.

Seis de ellos participaron ayer en una mesa redonda. El chileno Martín Seeger, los argentinos Lucas Turturro, Franca González y Paula Siero y el colombiano José Antonio Dorado charlaron junto al español Antonio Hens -que acudió como productor de la hispano cubana Boleto al paraíso- sobre sus proyectos ante, eso sí, muy poco público. Era una gran oportunidad para conocer en primera persona experiencias del otro lado del charco y momento único del festival por haber logrado unir a tantos realizadores en una misma sala para tener puestas en común.

Una de las propuestas más originales que se ha podido ver hasta ahora en el festival ha sido la de Memorias del Desarrollo, de Coyula -que no pudo asistir finalmente a la mesa-. Es la primera película independiente coproducida entre Cuba y Estados Unidos, algo que ha facilitado su proyección fuera de la isla y que le ha permitido recibir numerosos premios en festivales como el de Sundance. Coyula empezó a rodar en VHS, para ir mejorando poco a poco las calidades, algo que dice superar con creatividad, postproducción y mucho trabajo de montaje. "Es una pena no poder rodar con más calidad, pero lo importante es el guión, la historia, lo que muestre la película…", dice Coyula. "Si tienes la pasión de contar, terminas contando. Independientemente de los medios que dispongas. Hay que adaptarse a lo", dice la actriz argentina Paula Siero, que se ha estrenado en la dirección con El agua del fin del mundo y ya prepara su segundo largometraje.

"Yo estuve un año sin poder montar mi película porque no tenía computadora", asegura Seeger, que rodó Piotr, una mala traducción en apenas dos semanas, poco dinero, buenos amigos y mucho trabajo previo. "Allí levantamos los proyectos con lo que hay, no podemos esperara a que haya una gran financiación", asegura el chileno, que destaca que en su país hay cierta accesibilidad a las ayudas públicas, "sobre todo porque no hay industria y se está fomentando su existencia, apoyando a gente joven, que no tiene ataduras, que quiere hacer cosas nuevas y se olvida de ciertos clichés de nuestro cine y de dictadura". La suya es una película que le sirvió también como tesis para la escuela de cine: "No tuve ataduras y si luego no gusta pues la tiras a la basura. Tenemos que cambiar el chip: una película no es tan trascendental, no podemos estar media vida esperando financiación", subrayó.

"Es que aquí nos creemos eso del star system, queremos imitar a Hollywood. El océano supone una frontera mental, las mentalidades aquí y allí son muy diferentes", dice Antonio Hens, que señala directamente a las "típicas comedias" de la Sección Oficial del Festival de Málaga, la alfombra roja que cubre "media ciudad" o la poca presencia en ruedas de prensa de las secciones de documental o latinoamericano. Cierto es que España tiene muchas menos ayudas como pueden ser las de la vía digital del Instituto Nacional de Cine de Argentina, de alrededor de 25.000 euros por película y de carácter trimestral, permite que jóvenes con buenas ideas puedan llevarlas a cabo -la mayoría, documentales- independientemente de su experiencia previa, tal y como señaló Franca González. "Hay mucha gente joven con ganas, hay que lanzarse a hacer cosas", subrayó el colombiano José Dorado, director de Apaporis.

Algo que en España tiene un camino bastante diferente. "Mira Víctor Erice, uno de los mejores si no el mejor director español y ahí está, sin poder dirigir", dice Antonio Hens, que señala también a Ramón Salazar "con grandes películas y ahora muy poco apoyo. Pero mira, con su camarita y sin permisos se va a grabar a París y saca las cosas adelante", añade. Un ejemplo a seguir.

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