Festival de San Sebastián

Trueba convence y Cantet decepciona

  • El cineasta español presenta en el certamen 'El artista y la modelo', rodada en francés y en blanco y negro.

Los vasos comunicantes entre el arte y la vida filmados con mimo por Fernando Trueba en El artista y la modelo, protagonizada por Jean Rochefort, Aida Folch y Claudia Cardinale, centraron este lunes los elogios en una jornada competitiva en la que el siempre interesante Laurent Cantet pinchó con Foxfire.

"El artista tiene que ser por necesidad humilde. Sus única herramientas son sus manos y su mirada", dijo Fernando Trueba en la rueda de prensa de presentación de El artista y la modelo, cinta con la que el ganador del Oscar por Belle Epoque, podría repetir gesta si el jueves es elegido para representar a España en Hollywood. De momento, aspira a la Concha de Oro cerrando el trío de películas españolas a concurso con su relato manso y poético, rodado en francés, en blanco y negro y sin música, alrededor de la vida de un escultor que "cuando piensa que la vida se le acaba y ha perdido cualquier confianza en la especie y la profesión, vive una plenitud inesperada", explica el director.

Ese artista sosias de Aristides Maillol es Jean Rochefort, que vive en el Pirineo francés en los años 40, y recibe como modelo a una joven española huida de su país, Aida Folch, a la que moldeará también culturalmente, cincelándola para la vida. "El arte y la vida son la misma cosa. No se pueden separar. Y el cine, especialmente, ya que es un arte que se hace con vida, con actores, no con palabras como la literatura o con colores como la pintura", prosigue el director de Chico & Rita, quien ha escrito el guión codo con codo con el legendario Jean-Claude Carriére, colaborador de Luis Buñuel y Milos Forman.

Experiencia sensorial que abre el campo perceptivo sin caer en el cine contemplativo, Trueba apela "a que el espectador se detenga y mire". "En una época en la que ya no se lee algo que tenga más de diez líneas, la película reivindica esa lentitud. Parar el tiempo, ser capaz de pensar algo más de diez segundos. Hasta una palabra se hace ahora demasiado larga. El que se convierte en q", reflexiona.

Junto a Trueba, "cuatro grandes", como él mismo dice. Rochefort, que lo señala como un "hermano de reflexiones"; Cardinale, que considera "formidable" seguir tan activa en el cine; Chus Lampreave y Aida Folch, a quien Trueba enseñó que "el arte es una manera de embellecer la vida". "Fernando Trueba dijo que para él Dios era Billy Wilder, pero para mí Fernando es Dios", afirma la joven actriz.

Otra personalidad del cine europeo, Laurent Cantet, llegaba a San Sebastián con la película que rodó inmediatamente después de ganar la Palma de Oro con La clase. Por desgracia, ese camino ascendente que había empezado en Donostia con Recursos humanos y que lo llevó a firmar títulos tan exquisitos como El empleo del tiempo, ha tenido una parada de emergencia con Foxfire: Confessions of a Girl Gang. Basada en la novela honónima de Joyce Carol Oates y rodada en inglés, la película recorre en casi dos horas y media el nacimiento y desintegración de una pandilla juvenil femenina en el Estados Unidos de los años 50 que, aunque originalmente se rebela contra la opresión masculina, acabará coqueteando con el terrorismo.

A pesar de los notables cambios de tono y ambición dramática, Cantet ha entendido este film, interpretado de manera sobresaliente por Raven Adamson, Katie Coseni, Clarie Mazarolle, Madeleine Bisson y  Rachel Nyhuss, como "una continuación" de su trayectoria. "Sigue centrándose, como La clase, en cómo se ve el mundo siendo adolescente, qué armas tenemos que fabricar para hacer frente a este mundo", aseguró en la rueda de prensa.

Esas "armas" acabarán siendo demasiado literales, pero Foxfire introduce una interesante reflexión sobre las dinámicas de grupo y sobre las posibilidades de revolución, en la mayoría de los casos neutralizadas desde dentro del propio grupo revolucionario. "La película está ambientada en los años 50 , pero mira hacia hoy. Nunca tuve ganas de hacer una película de época, sino una fuera del tiempo. Trata una problemática que, por desgracia, no ha cambiado mucho desde entonces. La violencia sigue existiendo, quizá más ahora que antes", señala.

Con este "sueño americano al revés", que comienza con una utopía y acaba en el caos, Cantet no quiere generalizar. "Desde luego, no es la película más optimista que he hecho, aunque hay que ser optimista para hacer cine", dice quien descubrió el libro de Oates por casualidad, cuando se lo regalaron por su cumpleaños. "Me interesó cómo describía algo tan adolescente como adoptar el compromiso antes de tener las claves para entenderlo. En esa época se prueba con las cosas, con reacciones muy epidérmicas. Uno se lanza y se da golpes contra una pared", concluye.

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