La Singla | Crítica

El compás del silencio

Antonia Singla, 'La Singla', en una fotografía de juventud.

Antonia Singla, 'La Singla', en una fotografía de juventud.

Antonia Singla, ‘La Singla’ (1948, Barcelona), bien se merece un documental. Su historia, la de una bailaora sorda salida del barrio marginal del Somorrostro en la Barcelona de mediados de los sesenta, que bailó en fiestas y tablaos junto a Dalí, Duchamp, Vicente Escudero, Antonio Gades o Paco Rabal, que fue fotografiada en todo su esplendor salvaje por Colita, musa de los ambientes intelectuales y nocturnos de la ciudad, actriz ocasional en Los Tarantos (1963) y protagonista de algunos documentales y reportajes de la época, joven estrella flamenca, “la heredera de Carmen Amaya”, que hizo giras por Alemania, Francia o Austria antes de desaparecer por completo del mapa, da sin duda para una película.

Otra cosa es el camino escogido para contar tan apasionante historia y fascinante personaje, una joven controlada primero por su entorno, luego por un padre explotador y abusivo, cuya pista se pierde entre los pliegues del solipsismo y la depresión.

Paloma Zapata elige el de la pesquisa detectivesca y la reconstrucción pseudoficcional (con todas sus licencias), sin dejar a un lado el valioso y abundante material de archivo que se conserva de la artista. Otra joven bailaora (Helena Kaittani) la busca en el presente, sigue su pista entre recortes de prensa, fotos y vídeos de Internet, y sale a las calles en busca de respuestas y de un encuentro que se demora con dosificación del suspense y cierta decepción hasta casi el final del trayecto.

Un recorrido errático, entrecortado, a veces reiterativo o redundante, que no siempre juega a favor de la historia y ese trasfondo trágico, el de una niña eterna que apenas empezó a hablar a los 16 y que bailó con hondura, compás y fiereza a pesar de su sordera, que tal vez se desaprovecha como motor o posible metáfora para un formato más experimental y menos ortodoxo. Con todo, conviene insistir en la valía de ese material de archivo recuperado, un material que devuelve la energía gestual y la intensidad de la mirada de una Singla que tuvo que poner la sonrisa o “la cara de palo” ahí donde el dolor y la intimidad empujaban en dirección contraria.