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¿Con qué tomamos el roscón de Reyes?

  • Tendemos a decantarnos por bebidas también dulces, pero debemos buscar el equilibrio y no llegar a lo empalagoso

Un tradicional roscón de Reyes

Un tradicional roscón de Reyes / M. L.

El roscón de Reyes es una tradición ancestral que congrega a los celebrantes en la víspera de la llegada de los Reyes Magos; el famoso roscón de reyes supone el cenit gastronómico a varias semanas de atracones en comidas, cenas y celebraciones culturales.

Se trata de una rosca con forma de corona, con base de bollería artesanal, en cuya superficie suelen colocar fruta escarchada y frutos secos. Conocido por ser también origen de bromas y chanzas por las sorpresas de su interior, el roscón de reyes se toma en el día de reyes o noche previa.

Gramona Vi de Glass Riesling Gramona Vi de Glass Riesling

Gramona Vi de Glass Riesling / M. L.

Se asocia su consumo a la festividad (o la noche en la víspera del 5 de enero) con la Epifanía, es decir, la llegada y Adoración de los Reyes Magos al niño Jesús, el 6 de enero. En origen, como sucede con el germen en fechas de la Navidad, el roscón hunde sus raíces en las fiestas paganas de la Antigua Roma, concretamente, según las fuentes clásicas, a las fiestas de las Saturnales.

Convocadas en honor al dios Saturno (protector de la agricultura), estas celebraciones festejaban el cambio de adaptación al horario solar y por ende, los cambios de ciclo agrícola con las cosechas. En ese momento, las jornadas diurnas se volvían paulatinamente más largas, con un triunfo simbólico de la luz (metáfora de redentor y Mesías, según la posterior terminología cristiana) sobre las tinieblas. Estas fiestas solían prolongarse durante los meses posteriores en enero y febrero. El año romano acababa en febrarius, mes previo a marzo, dedicado a Marte, dios de la guerra en advocación de las campañas militares.

Durante las saturnales, los amos se permitían alguna licencia con sus esclavos. En la llamada Fiesta de los Esclavos, muy popular era una conocida torta, rellena de frutos secos, en la que se introducía una haba en el interior. El agraciado con su hallazgo resultaría bendecido con la felicidad para el resto del año.

Siglos después, el Cristianismo adoptará en su calendario las fechas de las Saturnales desvirtuando su significado. La torta pasaría a ser un bollo, donde se mantuvo el haba. La costumbre se guardó con celo en reinos como el francés, donde perduraría especialmente en ambientes cortesanos.

Dicen que fueron los reposteros reales de Luis XV quienes introdujeron un valor añadido en este roscón, con forma de corona. La moneda de oro en su interior desplazó en dicha y jolgorio al haba, que pasó a ser objeto de mala suerte. Hoy, incluso, se dice que aquel que lo encuentra tiene que pagar el roscón. Mientras que la famosa monedita ha sido sustituida por una simpática figurilla de cerámica, que a más de uno le habrá deslucido los empastes en su mordisco glotón.

Hay quien optará por espumoso semiseco o por una copita de anís o de otro licor

Pero… ¿con qué acompañar este tradicional dulce? Los más golosos lo acompañan de una taza de chocolate caliente; pero yo hago varias propuestas con una copa de vino en armonía familiar y maridaje.

Todo depende de cómo, cuándo y con quien se vaya a tomar. Si la compañía es nocturna y festiva (la noche de Reyes se celebraba intensamente en Madrid durante el siglo XIX), lo más apropiado es un copa de espumoso semiseco. El carbónico natural actuará, ese caso como perfecto acompañante para endulzar el postre tan apetecible, por cierto, a altas horas de la madrugada.

Moscatel Dulce Flor Moscatel Dulce Flor

Moscatel Dulce Flor / M. L.

Si optamos por tomar el roscón en ambientes más relajados, durante la sobremesa del mismo día 6 de enero, lo más adecuado podría ser un blanco dulce moscatel, como el Moscatel Dulce Flor de González Byass (DO Jerez) junto al café. Supondrá el culmen para los devotos del dulce.

¿Y qué tal un vinito alemán?. Riesling, por supuesto. Kabinett, spatlesse o auslesse. De la VDP (pradikatswein), símbolo de calidad. Busca el águila y el racimo, es su símbolo. Solo lo encontrarás en las mejores vinotecas. Son vinos con azúcar natural residual (no chaptalizados y baja graduación alcohólica). Acidez extrema armonizada con ese dulzor. Limpian la boca de maravilla. Además, son vinos de guarda que evolucionan positivamente en botella. Complejos, elegantes, eternos. Marcan la primera vez que los tomas y se convierten en referencia para tu paladar. Bodegas Torres elabora en el Penedès el único Riesling español: Waltraud. Más fácil de encontrar que un alemán, aunque tendrá que buscarlo en tiendas gourmets.

O un vino de hielo (en alemán eiswein, en inglés icewine o ice wine y en francés vin de glace) es un vino hecho de uva helada con una fuerte concentración en azúcar. La técnica para conseguir esta uva consiste en dejar sobremadurar la uva en la cepa, que no se cosecha hasta que se produce la primera helada. Cuando el grano se hiela, el agua se expande y rompe la cascarilla de la uva. Así, se pierde más agua y el azúcar es más concentrado.

Los vinos de hielo son extraordinarios de riqueza y de persistencia aromática gracias a su concentración y a una acidez fuera de lo común. Típicos de Alemania y Austria en Europa y soberbios los producidos en Canadá, en España hay varias bodegas que producen vinos de este tipo congelando la uva en cámaras, ya que en España no tenemos en ningún lugar un clima que permita estas elaboraciones de forma natural. Pero están muy bien conseguidos: El Vi de Glass de Gramona, un Riesling de hielo que, catado a ciegas, lo das por centroeuropeo: fabuloso; y de la misma bodega, el Vi de Glass Gewürstraminer, un placer para los sentidos, cuya acidez nos compensará a la perfección el dulzor del famoso roscón. También en la Denominación de Origen Arlanza la bodega Señorío de Valdesneros elabora un vino de hielo tinto, de la variedad Tempanillo, una rareza pues los icewines suelen ser blancos.

En fin, hay quien optará por una copita de anís o de otro licor, pero yo les aconsejo los vinos anteriores, frescos, con una acidez que contrarresta el exceso de dulce y que harán las delicias de los paladares más exquisitos.

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