Cómic

Nunchakus, katanas, pizza y viajes en el tiempo

  • Una inédita joya de los cómics llega a las librerías españolas, tocado por el genio de uno de los grandes nombres de viñeta internacional

Detalle de la ilustración de portada.

Detalle de la ilustración de portada.

He de confesar que cuando supe de la publicación de este trabajo inédito en España del gran Richard Corben me emocioné. Como a muchos lectores de mi misma generación, crecimos sumergiéndonos en sus páginas, publicadas en la editorial Toutain, repletas de mutantes, tipos fornidos y mozas exuberantes, todo ello mezclado con maestría, una buena dosis de humor y una técnica de trabajo que creo que casi nadie ha llegado a superar y, mucho menos, imitar.

Y es que Corben era, y es, mucho Corben. Y si a esta ecuación añadimos la presencia de la creación de una pareja como Kevin Eastman y Peter Laird, sus inolvidables y divertidas Tortugas Ninja, pues qué queréis que os diga…

Pero vamos al turrón, como suele decirse (y en esta época navideña viene muy al caso) y os comento que en el interior de este lujoso volumen, que trae unas guardas muy especiales, vais a encontrar no tan solo la historia protagonizada por los tortuguiles chavales creada al alimón por el guionista Jan Strnad, cómplice de Corben en una y mil aventuras, sino que, como pequeña gran joya, disfrutaremos de una historia corta escrita y dibujada a lápiz por Kevin Eastman que, como todo buen fan de Corben, le sugirió la posibilidad de entintarla, a lo que el Maestro accedió sin pestañear, convirtiéndola en un curioso híbrido.

Creada pensando solamente en el autor, vamos a encontrarnos a Michelangelo, un poco afectado por el consumo de bebidas alcohólicas, que de buenas y primeras, y de manera muy sorpresiva, ve como una extraña nave espacial abre un agujero en la alcantarilla por donde trastabillaba.

Este hecho le transporta a un mundo que parece surgido de la mente de un fan irredento de la Sword and Sorcery, donde el descontrolado quelónido se verá las caras con las hordas bárbaras a las órdenes de una curvilínea reina.

Lo que le ocurre a continuación tendréis que comprobarlo con vuestros propios ojos, ya que como reza el título del relato, “Teníais que estar ahí”…

Pero esto solo ha servido como entrante, ya que el verdadero y contundente primer plato viene a continuación, servido con talento por Strnad y Corben, llevando al cuarteto de ninjas mutantes en un loco, loquísimo, viaje a través del tiempo, en el que se van a enfrentar a aguerridos marinos, a ellos mismos (con le normal descontrol que este hecho genera), volverán al huevo del que nacieron, viajarán a la Edad Media y, finalmente, al principio de los tiempos donde, sin pensárselo, están a punto de meter la pata de una manera irremediable…

Una divertidísima peripecia de la que vamos a tener la suerte de poder seguir todo el proceso creativo, ya que el tomo se completa con una sección de extras que hará saltar las lágrimas de alegría a todo buen aficionado: La propuesta de la historia, páginas a lápiz, las tintas, portadas… Ya os digo, un gustazo.

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