Cómics

Tiempos modernos

  • ¡Olvidaos de los libros de historia y vamos a viajar en el tiempo a una Edad de Piedra muy diferente y, sobre todo, divertida! 

Detalle del dibujo de la portada del cómic.

Detalle del dibujo de la portada del cómic.

En un museo de historia reposa en una enorme vitrina, el cuerpo perfectamente conservado de un neandertal. Son muchos los curiosos visitantes que se paran ante él, preguntándose el por qué de esa mirada perdida, acompañada por una expresión cuyo origen no consiguen desentrañar…

Pues bien, en un plis plas, gracias a la magia de los cómics podremos trasladarnos sin movernos de casa a tiempos muy lejanos, en los que todo era más sencillo y rudiment… ¡Un momento!

Dinosaurios transformados en grúas, pequeños elefantes que hacen las veces de aspiradoras, armadillos con los que se juega a los bolos… Pero, ¿qué es esto, adónde hemos ido a parar?

Todo tiene una explicación, una que los más talluditos de la casa van a pillar al vuelo. Y es que estos remotos tiempos prehistóricos no vienen reflejados en ningún texto de historia, ya que se basan en aquella maravillosa serie de dibujos animados, creada por la productora norteamericana Hanna Barbera, que nos acompañó a muchos en nuestra ya lejana infancia.

En ella conocíamos a sus protagonistas, Pedro Picapiedra, su mujer Vilma y su hijita Peebles.

Aquí, en esta apasionante traslación a las viñetas, los personajes son los mismos, pero sus problemas se parecen mucho, muchísimo más, a los que hoy en día el hombre y la mujer moderna pueden padecer.

Para ello, el guionista Mark Russell transforma esta sociedad en puro consumismo, donde la última novedad 'tecnológica' es rápidamente adquirida con ansia, aunque en poco tiempo termine encerrada en un armario (la historia del elefantito es conmovedora).

Aunque tampoco estos cavernícolas venidos a más se van a librar de otras de las terribles lacras que padece la sociedad moderna, como el racismo, que tiene mucho que ver con la historia detrás de ese espécimen que reposa en la vitrina de un museo. O la homofobia, que surgirá ante la presencia de una pareja gay sobre la que Pedro Picapiedra tiene una historia que contar.

¿Y la religión? Ahí ya sí que Russell carga las tintas a tope, convirtiendo al "sacerdote-shaman-cómo se le quiera llamar" en una auténtica veleta de creencias, que van cambiando según la conveniencia, o cuando los feligreses tratar de evitar los servicios.

En fin, un recipiente genial, vitriólico, donde vamos a poder reconocer y reconocernos en más de una, por no decir todas, las situaciones que agobian la existencia de los protagonistas.

Y hablando de personajes, me gustaría destacar especialmente la labor de un gran dibujante como es Steve Pugh, al que imagino devanándose los sesos cuando le llegó el encargo. Alejar del estilo cartoon a los personajes no es tarea fácil, pero Pugh lo consigue con maestría, y un gusto por los detalles que hará que nos detengamos en todas las viñetas, que suelen contener más de un guiño-chiste.

El tomo que recopila las doce entregas de la maxiserie se completa con un encuentro muy especial, en el que Booster Gold, uno de los superhéroes más torpes del Universo DC, que conocerá a los peculiares habitantes de Piedradura, dibujados esta vez por otro grande de las viñetas, Rick Leonardi.

Cuando terminemos este peculiar trayecto, tan solo nos quedará gritar ¡Yabadabadú!

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