Tradiciones

Devoción y tradición se dan la mano por San Cayetano en Jolúcar

Devoción y tradición se dan la mano por San Cayetano en Jolúcar

Devoción y tradición se dan la mano por San Cayetano en Jolúcar / Alba Feixas

Diez y media de la mañana, comienzan los primeros rezos en la ermita de San Cayetano cuando aún muchos vecinos de distintos puntos de la Costa Tropical continúan descendiendo el sinuoso camino de montaña que separa Jolúcar, de la carretera principal. Es una de las grandes citas del verano en las que la tradición y el fervor permanecen intactas y cientos de vecinos peregrinan para cumplir con sus promesas, sacar al Santo en procesión y disfrutar de la verbena. 

Esta aldea era uno de los núcleos más poblados que tenía el municipio de Gualchos en los años 60, cuando sobrepasaba los 600 habitantes, pero el éxodo rural que experimentó progresivamente en busca de nuevas oportunidades, o simplemente, mejores comunicaciones, provocó el práctico abandono de este lugar situado a 585 metros sobre el nivel del mar.

Sus calles silenciosas y encaladas se convierten estos días en un vaivén de personas que aprovechan para pedirle al Santo paz, trabajo, ayuda por alguna situación complicada o que riegue de agua el campo. Los motivos son diversos pero la devoción es la misma. Este año han realizado una plegaria muy especial pidiendo que acabe la sequía que afecta a los campos de andaluces, que se está dejando notar en la costa granadina y de una forma especial en esta zona de la comarca. 

"Siento una gran emoción cuando llegan estas fechas, he vivido aquí todos los San Cayetano de mi vida a excepción del COVID, y es muy bonito sentir el cariño de la gente que viene cada año para participar en la romería, en el culto o en la procesión, se nota la fe que tienen", explica emocionada Antonia, una vecina de Jolúcar que junto a sus hijos regenta estos días un bar improvisado para recaudar fondos para el mantenimiento de la ermita. "Anoche muchas personas llegaron después de venir en romería y dejaron un cirio encendido junto al cementerio, es bonito porque piensas que cada vela es un deseo o una petición para San Cayetano", añade. 

A este rincón de la Costa Tropical llega gente de muchos sitios, algo que enorgullece a los lugareños que lo ven como una forma de seguir con las tradiciones, "es muy bonito ver como sigue viniendo gente joven, es maravilloso ver como se inculcan las creencias y costumbres generación tras generación. He visto como una madre iba amamantando a un bebé de pocos meses y no se perdía la procesión, o varios niños pequeños con los ojos bien abiertos al paso de las imágenes". 

Por su parte, José Antonio y Adela, de Motril, siguen la tradición desde hace años. "Desde que me operaron del corazón, mi mujer se echo en manda venir cada año a San Cayetano y desde entonces no faltamos ningún año, intentamos venir y compartir con los vecinos de Jolúcar y de otras de la provincia, de una jornada muy bonita", explica José Antonio, que durante años ha visto al Santo a través del objetivo de su cámara y ha inmortalizado a multitud de vecinos a lo largo de la historia. 

"Me recuerda que yo también me he criado en cortijos desde que era un niño, y es emocionante sentir el ambiente y a las gentes de Jolúcar, ver las higueras y los almendros, el sol y el pitar de las chicharras, pero sobre todo el ambiente. Te permite volver a sentirte como un niño y recordar viejos tiempos", cuenta. 

Pepita Espejo llega a la plaza de la iglesia con la ayuda de su hija Carmen, el año pasado no pudo subir a cumplir su promesa por una operación de rodilla. Ahora baja con cuidado, apoyada en su muleta y mostrando su cicatriz. "La fe por San Cayetano se ha ido pasando generación tras generación, desde niña vengo todos los años, y me acuerdo cuando teníamos que venir andando porque no había carretera. La primera vez que vine, era muy pequeña, llegamos de noche, bien tarde, y nuestra preocupación era encontrar un sitio donde poder sentarnos para esperar a la misa de la mañana, había muchísima gente, y acabé durmiendo encima de un montón de melones que había en el suelo de la gente que se los había comido", cuenta entre risas Pepita. 

"Mi madre siempre le ha tenido mucha fe, en mi casa siempre había muchos animales y un año uno de los mulos se puso muy enfermo, hasta el punto de que nos dijeron que era momento de que se fuera, pero mi madre pidió que lo cuidáramos, ella tenía esperanza y decía que iba a sobrevivir y que vendría a San Cayetano un año después, y digo si vino, pese a que muchos nos dijeron que estaba en las últimas", algo que no hizo más que aumentar su devoción por le Santo. "Ese día mi madre me dijo que mientras pudiese no podía faltar a la cita en Jolúcar, y hasta el día de hoy que vengo hasta con muleta", indica entre risas esta vecina de Motril. 

Las fiestas llegan a su fin, y tras la misa y la tradicional procesión de San Cayetano y de la Virgen del Carmen por la fuente y el muro de las tres cruces, los vecinos se reúnen para tomar algo antes de emprender la vuelta a casa y esperar con ganas a la próxima cita.

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