Alegría y emoción en Almuñécar. La librería Jofi ha vuelto a repartir el Gordo de la Lotería Nacional de Navidad. "Doña Teresita", como apodan a Teresa Gamarra en el municipio, al haber entregado con esta ya en tres ocasiones el primer premio -2012 y 2018- ha dado la fortuna a una persona, por el momento desconocida, que compró el décimo por máquina.

Las pesquisas de quien puede ser el agraciado o agraciada son muchas al ser una administración a la que se acercan muchos turistas, tanto extranjeros como nacionales desde que se ponen a la venta en verano, incluso tienen peticiones de diversos sitios para no quedarse sin su número.

"Los clientes tienen mucho cachondeo y cuando pasan por aquí siempre me preguntan que cuantos premios voy a dar este año. Doña Manolita está muy bien, pero ya se ha quedado un poco anticuado, es el momento de dar paso a las nuevas generaciones y esos podemos ser nosotros, lo mismo hasta nos tenemos que plantear cambiar el nombre de la administración por Doña Teresita", comenta emocionada mientras descorcha el champán para brindar, Gamarra.

Ella es la segunda generación de la familia que está al frente del negocio que abrió sus puertas en 1986.Poco a poco son muchos los vecinos que, al pasar por la puerta del local, no pueden evitar contagiarse por la emoción. "¿Se sabe ya a quien le ha tocado?", pregunta un hombre que llega a la administración con sus números en la mano, "yo vengo a comprobar mis números porque me han dicho que algo hay, aunque sea poco, bueno es".

Entre la euforia, y la alegría desbordada, aparece Josefina, la fundadora de la librería que no es capaz de ocultar la emoción. "Que hemos vuelto a dar el Gordo mamá, que hemos sido nosotros", le cuenta emocionada Teresa a Josefina.

Señalan que, pese a que a ellos nunca les ha tocado un premio, son felices de saber que siempre se ha repartido entre gente que de verdad le hacía falta. "A nosotros nos toca la lotería cada día gracias a nuestros clientes, yo les digo que quiero devolverles todo ese cariño que nos dan a diario haciéndoles millonarios, pero me tienen que dar tiempo, no puede tocarles a todos de golpe, así que en eso estamos, intentando repartir la suerte entre todos desde que empezamos a vender en el negocio", explica sonriente la lotera.

Y no es para menos, nada más entrar al negocio, una pared repleta de cuadros con todos los premios que han entregado, impresiona y hace sentir ese cosquilleo en el estómago a los que entran que les anima a pedir un número para el día del Niño. "La suerte llama a la suerte, nunca se sabe", señala una mujer.