Incendio Los Guájares

"La llamas corrían más de lo que el Infoca, o cualquier otro dispositivo, podría haber apagado"

"La llamas corrían más de lo que el Infoca, o cualquier otro dispositivo, podría haber apagado"

"La llamas corrían más de lo que el Infoca, o cualquier otro dispositivo, podría haber apagado" / PHOTOGRAPHERSSPORTS

"La sensación de impotencia que teníamos por dentro al ver que era un incendio que nos estaba dominando por una tormenta, con grandes propagaciones porque era final de verano y es cuando más cortado está el ambiente y que se juntó una pequeña borrasca que propició vientos muy intensos y que el incendio girase sobre sí mismo, sin un patrón claro sobre la evolución que iba a tener, era muy grande", cuenta el subdirector del centro operativo del Infoca de Granada, Antonio Anguita. Fue una de las personas que se puso al frente de uno de los peores incendios de los que se recuerdan en los últimos tiempos. Uno de los más grandes en la provincia, después del de la Sierra de Huétor en 1993.

Una impotencia que recuerda como iba aumentando conforme el incendio seguía avanzando. "Pasaban los días y cada vez la gente estaba más agotada, no podíamos con él. Hablamos de un incendio muy virulento y que al final, el dispositivo, por mucha gente que tengas, no puedes con él". En este sentido, lo compara con el mar. "Quieres frenar una ola con los brazos de la gente, da igual que haya 10, 20 o 500 personas, la ola te acaba tumbando. En este tiempo hemos escuchado muchas cosas, que no se buscaron más medios o que no se activó a la UME (Unidad Militar de Emergencias), pero la realidad es que era una cuestión de proporciones. Las llamas corrían más de lo que el Infoca, o cualquier otro dispositivo, podría haber apagado". 

Anguita señala que uno de los grandes éxitos del dispositivo fue el de defender el flanco que iba más hacia el Oeste. En un primer momento hubo quien no entendió la decisión de destinar un mayor contingente hacia una zona menos afectada mientras otra se quemaba. "Intentamos por todos los medios salvar la Sierra de las Albuñuelas, Tejeda y Almijara porque realmente temíamos que se extendiese por unas 30.000 hectáreas. Si el incendio llega a alcanzar estas sierras podríamos estar hablando fácilmente de 15-20 o incluso 30.000 hectáreas quemadas". "Siempre te duele que sea un incendio tan grande, de hecho rompió la estadística de la provincia porque habíamos tenido incendios más pequeños, lo mismo el de Lanjarón en 2005 si fue algo más grande, pero ni punto de comparación con este. Aunque hay que ver el lado positivo y todo lo que hemos conseguido salvar".

Al hilo incide en que fue un éxito porque, salvo algún pequeño sustillo, "no hubo que lamentar ningún daño mayor entre los efectivos. Para nosotros lo primero es el personal que está trabajando en la extinción del incendio y la gente que se puede ver afectada por el fuego, y luego estamos muy contentos porque salvamos una masa forestal que podría haber ardido perfectamente si no llegamos a actuar en ese flanco. Entendemos que a veces la gente no entiende cuando sucede algo así porque destinas más efectivos a una zona y no a otra, y el motivo es muy sencillo, trabajamos para intentar salvar el mayor número posible de masa forestal dentro de lo que está haciendo el fuego. No abandonamos el incendio, intentamos atarlo donde más daño le hace".

El puesto de mando se fue trasladando de sitio según la evolución del incendio El puesto de mando se fue trasladando de sitio según la evolución del incendio

El puesto de mando se fue trasladando de sitio según la evolución del incendio / PHOTOGRAPHERSSPORTS

Muchos días de trabajo

Una de las características más importantes a la hora de valorar las actuaciones realizadas durante el incendio es el tiempo. El de Los Guájares fue un incendio que se alargó durante el tiempo y desde el comienzo de incendio hasta su estabilización la meteorología jugó siempre en contra de las tareas de extinción, sin dar un solo respiro al contingente actuante. 

"Llega un momento que pierdes la noción del tiempo porque te pasas allí el día entero, luego vuelves a tu casa y duermes como puedes porque con el acelerón que llevas después de todo lo que estás viviendo y del estrés, apenas puedes dormir. Cuando por fin lo consigues, casi que te tienes que levantar, y vuelta a empezar. Además, cuando trabajas en este tipo de incendios luego tienes una resaca emocional que dura bastante más tiempo, estás todo el rato agotado. Al final los accidentes suelen llegar cuando estás muy cansado o cuando entras en rutina porque, aunque no lo quieras se baja la guardia. Por eso suelen ser más peligrosos los incendios de menor superficie pero que se alarga durante muchos días que los que arrasan con más espacio pero se controlan pronto", relata el subdirector del centro operativo del Infoca de Granada que estuvo trabajando en los distintos puestos de mando organizados en Albuñuelas y la Presa de Rules. Unos puestos de mando hasta donde iban los agentes que se encontraban sobre el terreno a luchar contra el incendio, para descansar un poco, esperar su turno o echar una mirada de ánimo y esperanza al resto de compañeros que sabían lo que venía por delante. 

Al recordar el fuego, reincide en que la sensación generalizada que había entre los que allí se encontraban era de impotencia. "Te duele porque todos los que nos dedicamos a esto le tenemos cariño al monte y a la naturaleza, y al final te duele ver como una masa que ha tardado en crearse al final se destruye en unos minutos. Ahora el proceso empieza de cero y el día que vuelva a estar tal y como estaba antes del incendio, probablemente no estemos ninguno de nosotros aquí".

Después del incendio

Una vez extinguido el incendio se plantea un proyecto de restauración que está acometiendo la Consejería de Medio Ambiente, se elimina la vegetación de las zonas más quemadas que corren peligro de que caigan árboles sobre los caminos y corten el paso. Se aprovecha toda la madera posible, y se vigila que no haya escorrentías sobre las poblaciones.

"Es importante confiar en que la regeneración natural haga su trabajo. Muchas veces nos empeñamos en replantar desde el primer momento pero es un error, hay que esperarse a que la regeneración natural salga porque muchas veces hay más de la que se quiere plantar. Es duro ver el monte negro, pero hay que ser pacientes y ver como evoluciona por si solo", cuenta Antonio Anguita.

Por otra parte, asegura que la mayoría de los incendios en la provincia de Granada son por negligencias, principalmente por quema agrícola, descuidos que la gente puede tener cuando utiliza el fuego para eliminar restos o para hacer cualquier otro tipo de manejo. También hay un pequeño porcentaje de incendios provocados por rencillas, pero no es lo normal.

"Se realizan muchas campañas de concienciación y se está muy pendiente, de hecho creo que van calando y cada vez hay menos incendios pero es evidente que las condiciones del monte hoy en día no son las mismas que hace 50 años. La vida es cada vez más de ciudad y cuando antes había un agricultor con su burro o su mulo segando el campo, ahora es más raro, y eso también hace que haya más vegetación para prender", concluye.

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