Un proyecto pesquero estudia proteger los ecosistemas marinos gracias a una guardería de cefalópodos
El objetivo es investigar como se adaptan las puestas al medio marino y aumentar su supervivencia
Una investigación pionera desarrollada por la Organización de Productores Pesqueros de Motril OPP 85, que cuenta con la financiación y la colaboración de la Unión Europea, la Junta de Andalucía, la Autoridad Portuaria y la Universidad de Granada, busca proteger y recuperar las comunidades bentónicas para restaurar los ecosistemas marinos, y así fomentar la pesca artesanal, gracias a una guardería de cefalópodos.
La gerente de la OPP85, Inmaculada Carrasco, explica que es un proyecto que se pone en marcha con la idea de proteger las poblaciones de cefalópodos -sepias, calamares-, que "son especies objetivas que nuestros barcos pescan". Señala que todo surgió a petición de los propios pescadores de artes menores, que están acostumbrados a pescar pulpos con nasa, ya que "tras unos años de estudio, gracias a una pequeña ayuda que nos dio la organización WWF Mediterráneo", y dentro de unas iniciativas para promover el aprovechamiento sostenible de los recursos pesqueros y de los ecosistemas marinos, "uno de nuestros pescadores nos mostró la inquietud de que cuando recogían las nasas observaban que en su estructura se pegaban puestas de calamares y sepias que las hembras ponían de forma natural".
Carrasco señala que empezaron a investigar, junto al patrón de la Cofradía de Pescadores, Ignacio López, y descubrieron otras experiencias similares que se estaban realizando en otras zonas de España, principalmente por Cataluña. "Había pequeños estudios de poder salvar esas puestas, que luego se iban a perder, y poder recuperarlas". En el 2022 comenzaron el estudio, que en un primer momento fue más experimental y que se realizó en el entorno de la playa de las Azucenas, un año después llegaron algunas pruebas más prácticas "para ver donde preferían las hembras dejar sus puestas, y la sorpresa fue que aunque pusiéramos otros materiales naturales como ramas u otros artilugios, la hembra seguía prefiriendo el material plástico de las nasas". En este sentido, indica que en condiciones normales estas comunidades bentónicas suelen realizar sus puestas sobre ramas, troncos que hay en el fondo marino, y principalmente, restos de redes.
Con este proyecto intentan evitar el bycatch, es decir, cuando un barco pesquero captura de forma accidental algo que no quiere capturar. En este sentido, indica que aprovechan las puestas que se capturan sin querer para "ver como evolucionan en cautividad, posteriormente los devolvemos al medio natural para hacer una repoblación. De esta manera ganamos todos porque la biomasa no se pierde y capacitamos a nuestros pescadores para que aprendan a cómo se pueden recuperar las puestas".
El procedimiento que siguen es simple. Los pescadores salen cada día a faenar por distintos puntos del mar de Alborán. Una vez que emprenden su regreso a tierra y recogen sus redes, si ven que en alguna de las nasas vienen puestas de estos cefalópodos avisan a la técnico que está llevando a cabo la investigación, y se realiza la recolecta una vez llegan a puerto. El barco más activo en este proyecto es el Leire 1, aunque otros pescadores también avisan rápidamente en caso de capturar alguna. Además, durante todo este trayecto, como los pescadores ya están avisados y son conocedores del estudio que están realizando, se preocupan porque estas no sufran ningún daño y están constantemente controlando la temperatura del agua en la que van sumergidas.
Posteriormente, a pie de lonja, en el laboratorio Mar de Motril, comienza el resto de la magia. En el laboratorio recogen muestras y todos los datos científicos, parámetros y se controla todo.
"La especie objetiva es el pulpo, no las puestas de calamar o sepia. El pescador de normal las coge y las tira, y con esto estamos intentamos recuperar las puestas y capacitar a los pescadores para que aprender a recuperarlos. Es una colaboración absoluta entre pescadores y ciencia, y dentro de la OPP 85 uno de los objetivos que tenemos es hacer pesca sostenible y poner en valor la preocupación que tienen nuestros socios para recuperar el medio natural", añade Carrasco.
La bióloga de la UGR y responsable de la guardería de cefalópodos, Mar Duarte, cuenta que el proceso comienza con la llegada de las puestas en las nasas, "aquí tenemos que tener cuidado a la hora de cortar el moco que recubre las puestas para que no sufran ningún daño. Los vamos separando y con un hilo los ponemos en el acuario para imitar como estarían en el medio natural, imitando la iluminación, el movimiento del agua y la temperatura". Separan, por un lado, las de calamar y por otra las de sepia. Posteriormente, esperan a su eclosión para llevarlos al mar de nuevo, "si ya han eclosionado, aprovechamos para ver un poco el proceso de crecimiento y engorde para investigar y conocer un poco más lo que comen las larvas de calamar".
Duarte señala que posteriormente los llevan al medio natural para que eclosionen como si se hubiesen puesto allí directamente. Lo hacen gracias a unas especies de incubadoras, que imitan a las nasas, y que han hecho ellos mismos con la ayuda de un nasero del puerto. Las fondean en un punto estratégico de la Costa Tropical al que pueden acudir para ver como evolucionan y que luego sigan su ciclo natural que, según apunta, "aunque pueda parecer un poco trágico, es que unos sobrevivan y otros no". "No hay que olvidar que al final son animales que ponen una vez en su vida huevos y tienen estrategias muy distintas a las del ser humano. Nosotros tenemos un bebé y lo cuidamos como si no hubiese un mañana porque tiene que sobrevivir; sin embargo, ellos lo que hacen es poner muchos huevos, no tienen cuidados parentales y sobreviven muy pocos".
La bióloga añade que el tema de mantener los huevos en el acuario hace que tengan que realizar un seguimiento de salinidad, temperatura, pH o amonio. "Todos los días tenemos que medir los parámetros, asegurarnos de que están bien, corregir los que estén mal, intentamos cambiar el agua gracias a los pescadores que nos traen garrafas de agua del mar".
Por su parte, el técnico del Aula del Mar de la UGR, Héctor Pula, indica que desde la universidad principalmente se ocupan de la parte científica, "obtener los datos para luego poder hacer estimaciones y el desarrollo de lo que tiene que ver con el acto concluyente, para tomar decisiones en el futuro de qué hacer con el proyecto".
Pula señala que en este proyecto concreto se han encargado de elegir el entorno donde se reintroducen las especies, "se ha elegido un entorno en el que hay una pradera de posidonia, porque entendemos que es un entorno con mucha cobertura para que estos animales se desarrollen. Otra zona ericaria, y otra experimental de arena, para simular realmente donde suelen poner estos cefalópodos sus huevos".
A partir de octubre realizarán nuevas investigaciones para ver como ha reaccionado a los entornos elegidos y ver si aumentan estos organismos. La guardería está controlada por personal científico y técnico del Aula del Mar CEI.MAR de la UGR, en el marco del acuerdo de colaboración firmado en 2021 entre la Universidad de Granada y la OPP 85 para el desarrollo de actividades de investigación y conocimiento en el ámbito de la pesca de la costa de Granada.
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