Arte

Manuel Barbadillo, algo más que un pionero

  • El CAAC dedica una retrospectiva al creador, el primer europeo que supo aprovechar las oportunidades del uso de ordenadores para el arte y cuyo trabajo caló en la sociedad de su tiempo

Un momento de la presentación de la muestra. / Antonio Pizarro

Los años de juventud de Manuel Barbadillo (Cazalla de la Sierra, 1929-Málaga, 2003) parecían presagiar una biografía marcada por la aventura. Aquel muchacho que había estudiado Derecho por la presión familiar y que acudía a la Escuela de Arte y Oficios y pintaba a escondidas pidió hacer el servicio militar en Melilla para poder ser él mismo en la distancia. Respirará esa libertad y elaborará algunos murales mientras recorre con una scooter Marruecos, donde vive unos años y donde advertirá el impacto que las geometrías tienen en su sensibilidad, donde, sostiene el crítico José Yñiguez, recibirá "intuiciones antiquísimas sobre la configuración del universo, sobre la pureza de un origen anterior al arte y la cultura, que se manifestaba en formas como la arquitectura de los poblados, la decoración geométrica y, sobre todo, en la música marroquí: una música de ecos ancestrales, de un movimiento incesante, sujeta a patrones repetitivos e intensa carga ritual". En Torremolinos, más tarde, conocerá a la que será su mujer, una estadounidense que estudiaba en París, y acabará celebrando en Nueva York una exposición a la que acuden Dalí y Gala.

Pero esta sucesión de episodios imprevisibles no son sino el preámbulo a una trayectoria austera "dedicada a indagar en la forma con método, rigor y sin concesiones", como apuntó el crítico Juan Bosco Díaz-Urmeneta, la historia de un autor, pionero en el uso del ordenador en el arte, que se mantuvo fiel a sí mismo y a su producción modular y no sucumbió a la influencia de las modas. El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) le dedica una muestra, Manuel Barbadillo. Arte combinatoria, que permanecerá abierta hasta el 8 de octubre y que reivindica a un creador que, como un compositor o un poeta, identificó en el ritmo los modos que llevaban a la belleza.

Inaugurada este jueves por el consejero de Turismo, Cultura y Deporte, Arturo Bernal, acompañado por el director del CAAC, Juan Antonio Álvarez Reyes, y comisariada por Pepe Yñiguez, junto a Yolanda Torrubia, conservadora jefe del Servicio de Actividades y difusión del CAAC, Arte combinatoria rinde homenaje con un conjunto de 120 obras a este enamorado de la geometría –"yo no me sentí seguro de mí y convencido de estar haciendo una obra personal hasta que no empecé con las formas geométricas en blanco y negro", contaba en una entrevista a este periódico en 2001– que hallaría las claves para desarrollar su propio universo creativo en 1968, cuando fue invitado al Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid, donde comprobaría el vuelo que tomaba su obra gracias a la informática.

Barbadillo abrazó una opción que en la década de los 60 no pocos contemplaban con recelo: que una máquina participara en la liturgia, humana y sagrada, del arte. El equipo electrónico cedido por IBM, las calculadoras IBM 7090 e IBM 1401, y una impresora del Centro de Cálculo obraban el milagro, aunque el proceso era ciertamente laborioso: Barbadillo tenía que introducir las fichas perforadas con la información de su obra en aquel gran aparato, y requería la colaboración de un programador para que su diseño pasara a ser realidad. El sevillano se convirtió entonces en el primer europeo en usar el ordenador con fines artísticos y se erigió en referencia indiscutible en la materia junto con Elena Asins.

"Su obra", argumentan desde el CAAC, "ya tenía en potencia el lenguaje binario del ordenador y se convierte en un brillante representante del arte más avanzado del momento, participando en encuentros y conferencias, escribiendo sobre distintos aspectos del Computer Art y exponiendo sus obras también en ámbitos internacionales".

Foto de familia de la presentación de ‘Manuel Barbadillo, Arte combinatoria’. Foto de familia de la presentación de ‘Manuel Barbadillo, Arte combinatoria’.

Foto de familia de la presentación de ‘Manuel Barbadillo, Arte combinatoria’. / Antonio Pizarro

Así, Manuel Barbadillo. Arte combinatoria analiza en sus salas el efecto que tuvo el trabajo del andaluz en el Centro de Cálculo; su abandono de esta propuesta hacia 1974, cansado "por la tardanza de la máquina, ocupada también en otros programas y necesidades de la Universidad, en ofrecer resultados"; la renovación de su plástica propiciada a partir de 1979, con la aparición de los ordenadores personales. A medida que se hace mayor, Barbadillo va decantándose por la línea curva antes que por la recta.

En la producción de Barbadillo, el pensamiento del artista, el logro de lo humano, siempre está por encima. "Desde el inicio de la etapa modular, Barbadillo acostumbrará a hacer dibujos de tinta sobre papel milimetrado, incluso en la época del Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid, como si los resultados de la impresora matricial que le ofrecía entonces la enorme IBM no acabaran de satisfacer las exigencias visuales que la obra le demanda", se lee en una de las cartelas de la exposición.

"Siempre, y esto es importante", argumenta Yñiguez, "el ordenador sólo fue un instrumento que facilitaba los resultados de la acción combinatoria que el módulo con sus propiedades y funciones podía ofrecer en cada caso. De todas las posibilidades, él seleccionaba intuitivamente sólo las que después llevaría al lienzo. De hecho, el ordenador apenas pudo determinar ciertas leyes comunes a sus composiciones más sencillas pero no pudo aclarar nunca por qué unas funcionaban estéticamente y otras no. Esto quedó siempre a criterio de su intuición o, si queremos, robando el término a María Zambrano, a su razón poética", señala el especialista.

Para José Yñiguez, su gran logro fue combinar el orden, vinculado a lo estático, y el movimiento

Desde el CAAC piensan que quizás ha llegado el momento para revisar la percepción que se tiene del creador. Para Yñiguez, "siempre es problemático definir la obra un artista pero con Manuel Barbadillo los historiadores y críticos lo hemos tenido fácil, quizá demasiado: encuadrando su obra en las abstracciones normativas que aparecieron en los 60 como reacción al informalismo, y señalándolo como principal representante de la experiencia del Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid, nos hemos quedado con su imagen de pionero del uso del ordenador en el arte. Así es como lo sitúa la sala 430 dedicada a Arte y Computación del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Quizás esta exposición pueda cambiar la visión que se tiene de su obra. Porque Barbadillo es algo más".

El título de la muestra, prosigue el comisario, "quiere hacer referencia a la enorme variedad de posibilidades que obtiene" con el uso de los ordenadores y su interés en buscar diferentes variaciones. "A muy grandes rasgos su gran logro artístico es la muy eficaz resolución de la controversia entre orden (normalmente asociado a lo estático) y movimiento", opina Yñiguez.

En la muestra se exhiben piezas procedentes de la colección de la familia del artista y de instituciones y entidades como la Fundación Cajasol, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Museo de Málaga, las galerías Rafael Ortiz y Guillermo de Osma, la Universidad de Sevilla, la Fundación Doña María, Andbank y numerosos fondos particulares. "El gran número de coleccionistas privados", incidió Juan Antonio Álvarez Reyes, director del CAAC, refleja cómo "caló" la obra de Barbadillo en la "sociedad sevillana, andaluza y española". Para el responsable del centro, Manuel Barbadillo. Arte combinatoria es "una exposición muy esperada", que llega casi 50 años después de la individual que el Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla, "nuestro precedente, le dedicó en 1974". Álvarez Reyes cree que con esta cita se salda una deuda pendiente: "Barbadillo ha tenido exposiciones en los últimos años, pero merecía esta gran retrospectiva".

Una de las salas del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo dedicadas al legado de Manuel Barbadillo. Una de las salas del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo dedicadas al legado de Manuel Barbadillo.

Una de las salas del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo dedicadas al legado de Manuel Barbadillo. / Antonio Pizarro

Para Arturo Bernal, Arte combinatoria es un reencuentro "justo y necesario" con "un artista único, patrimonio de Andalucía", un creador cuyo legado mantiene una insospechada vigencia. "En algún momento el arte contemporáneo se vuelve clásico, pero Barbadillo sigue siendo hoy un contemporáneo", asegura el consejero, para quien el sevillano observaba el mundo, y así lo demostró con sus obras, "como un sistema binario donde cada cosa tiene su contrario".

En Arte combinatoria, los espectadores accederán al mundo de un autor al que no le pesaban los fantasmas, que se mostraba en paz. Yñiguez recordó este jueves unas declaraciones que Barbadillo hizo antes de morir, en una entrevista con la periodista Araceli González, y en la que respondía a la difícil pregunta de si era feliz. "Creo que sí. Creo que conozco bien la vida y sé lo que se puede esperar de ella. Creo que soy feliz, en el sentido que soy una persona que se ha encontrado consigo mismo, que sabe quién es, que sabe lo que tiene que hacer, para qué ha nacido y que está haciendo lo que tenía que hacer. En ese sentido estoy conforme conmigo mismo. No siento envidia ni por el dinero, ni por la juventud, ni por la belleza. Creo que he cumplido bien mi vida y espero ahora tener unos años apacibles. Creo en Dios, y creo que cuando venga la muerte no pasará nada, incluso tengo bastante inclinación a creer que se nace otra vez. A creer en la reencarnación". Seguramente, al creador le gustaría esta exposición que, en cierto modo, se plantea como un renacimiento.

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