Música

Rosenvinge devuelve a Safo su perfil más vitalista en su nuevo disco

Christina Rosenvinge (Madrid, 1964).

Christina Rosenvinge (Madrid, 1964). / Zipi Aragón / Efe

Bajo la premisa de que Safo fue una figura pop de su tiempo, "como un Bob Dylan que trascendió durante años con su música", Christina Rosenvinge se ha atrevido a musicar versos de la poetisa griega en formato de música tradicional mediterránea, de "susurro sexy" a lo Gainsbourg y hasta como techno.

"Eso tenía que hacerlo también, lo del techno, porque si haces un disco sáfico, a lo máximo que una puede aspirar es a que suene en el Orgullo, que es lo que me gustaría", afirma a EFE esta compositora e intérprete multidisciplinar, ganadora del Premio Nacional de Músicas Actuales en 2018.

Desde el pasado viernes es posible disfrutar de Los versos sáficos (Primavera Labels), su primer disco de estudio estrictamente hablando desde que 2018, cuando lanzó el aplaudido Un hombre rubio, aunque no porque haya estado parada en todo este tiempo.

Por ejemplo, editó un libro de canciones que dio lugar a "una gira larguísima de conciertos entre literarios y musicales" y desempeñó su papel protagonista en la película Karen (2020) de María Pérez Sanz, para la que también hizo promoción y canciones, como para la serie Maricón perdido, de Bob Pop.

"Yo todo lo transformo en algo personal, porque para mí ni los encargos son trabajos de segunda categoría, son cosas en las que pongo toda el alma", alega quien precisamente llegó a sumergirse en la figura de Safo por un encargo de un montaje escénico previo en el que se alió con la directora Marta Pazos y la dramaturga María Folguera, estrenó en el Festival de Mérida de 2022 e hizo una gira en la que recaló en el Teatro Central de Sevilla.

Rosenvinge (Madrid, 1964), ocupada entonces a la vez con la celebración de la gira de aniversario de su disco de Christina y Los Subterráneos Que me parta un rayo (1992), debía encarnar a la poetisa y terminó además musicando temas con letra que eran para la obra y componiendo otros puramente instrumentales.

"Pero las canciones del disco no tienen nada que ver, están completamente transformadas, para empezar porque allí no las cantaba yo y tienen arreglos diferentes, pensadas ahora para tocarlas en vivo y que no haya gente hablando por encima", explica.

"Hablaba de la sensualidad, del placer entre mujeres y, si hablaba de matrimonio, lo hacía de la fiesta, no de su durabilidad"

Destaca la "libertad" con la que ha trabajado, en parte por la manera fragmentada e incompleta en la que nos han llegado los versos de Safo. "Normalmente es muy complicado poner música a letras de otros para encajar melodías interesantes. Si versionas a Antonio Machado o a Shakespeare, no puedes quitar un adjetivo", alega."Lo que yo he hecho realmente con Safo es una apropiación", puntualiza tras haberse atrevido a incorporar de su puño y letra algunos versos y estrofas imitando el estilo de la poetisa en su traslación al castellano.

Más fácil que ese esfuerzo de adaptación y collage ha sido probablemente para la cantautora madrileña la identificación con el espíritu de los versos de aquella poetisa pionera del siglo VII a.C. por su vigencia. "Ella fue como Bob Dylan, porque escribió un cuerpo de canciones que perduraron siglos después de que ella muriera y se convirtió en una celebridad hasta el punto de que su cara estaba en las monedas", subraya al destacar "la indiscutible calidad" de su poesía, "moderna hasta desde el punto de vista formal, porque no tiene florituras".

Más aún, en tiempos de poesía épica, enfatiza sobre todo su carácter como "precursora de la poesía lírica al hablar en primera persona de la sensualidad, del amor físico, del placer entre mujeres y, si hablaba de matrimonio, lo hacía de la fiesta, no de su durabilidad".

Christina Rosenvinge, en el espectáculo de 'Safo'. Christina Rosenvinge, en el espectáculo de 'Safo'.

Christina Rosenvinge, en el espectáculo de 'Safo'. / Jero Morales

Se comprueba en Canción de boda, que Rosenvinge canta acompañada de María Arnal como uno de los temas de Los versos sáficos, que arranca con un Ligera como el aire que es "como un susurro sexy a lo Serge Gainsbourg", e incluye piezas más jazzy como Hoy duermo sola, un Himno a Afrodita que es como una invocación de la diosa entre ramalazos de rock electrónico y la hipnótica bailable de Contra la épica como colofón.

"Es especialmente pertinente recuperar ahora su figura, porque pasó de ser el canon de la poesía a no existir o a convertirse en un personaje mitológico o literario con la que cada uno hizo lo que le plació: Ovidio le inventa un suicidio, se la describió como una mujer sufriente y todo eso no es cierto. Murió mayor y tuvo mucho éxito, sin que haya amargura en su poesía", matiza.

En ese sentido, reivindica que Safo "dio lugar a una estirpe que llega a nuestro días, pero no se le reconoce su lugar entre los genios", igual que a otras mujeres "cuya obra ha sido enterrada" o, como la cantautora Connie Converse, "que hizo lo que Dylan mucho antes que él, pero al ser mujer, lesbiana y no ser sexy", no tuvo apoyos suficientes para materializar esa obra, lamenta.

"Yo he sido una excepción que ha podido desarrollar una carrera, aunque es verdad que he tenido dificultades extra por el hecho de ser mujer. Y estoy segura de que hubo muchísimas mujeres en mi generación que podían haber hecho lo mismo que yo y que no lo han hecho", valora, y reconoce sentirse afortunada.

Junto a prácticamente el mismo equipo que ha grabado el disco, habrá oportunidades de disfrutar del nuevo espectáculo en vivo de Rosenvinge el 10 de enero dentro del ciclo madrileño Inverfest, en un repertorio en el que además sonarán canciones de su disco La joven Dolores (2011).

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